Título original: The year og magical thinking
Traductor: Javier Calvo Morales
Páginas: 190
Publicación: 2005 (2015)
Editorial: Literatura Radom House
ISBN: 9788439729075
Sinopsis: Este libro memorable ha cautivado a millones de lectores en todo el mundo. En él, la escritora Joan Didion, una de las autoras norteamericanas más reputadas de finales del siglo XX, narra con una fascinante distancia emocional la muerte repentina de su marido, el también escritor John Gregory Dunne. Este libro tan breve como intenso es, por consiguiente, una reflexión sobre el duelo y la crónica de una supervivencia.
Puedes empezar a leer AQUÍ
Hace tiempo que estoy removida. Arrasada, diría yo. Así que no leo libros fáciles, libros que me entretengan, me distraigan, me alejen del centro del tsunami emocional y vital en el que estoy. Al contrario, busco libros que le den sentido a todo lo que estoy viviendo y sufriendo. Libros faro. Faros que iluminen en medio de la tormenta. Es por aquí, por aquí… dice la luz parpadeante de los faros.
Yo estaba leyendo otro libro con la misma temática que este. Ya hablaré de él. Pero la vida, ay, la vida, también juega sus cartas. Y sacó un as de la manga. Lo hizo en forma de libro: El año de pensamiento mágico. Y más concretamente aún, lo hizo en forma de una lectura conjunta, con Querida Juliet.
¿He dicho lectura conjunta? Pues he dicho mal. No. No hago lecturas conjuntas. Leo con. Leo junto a. Se hace como se puede. Pero se hace. Es distinto. Cualquier lectura con, junto a, intensifica la lectura porque lo haces con alguien que a) lee como tú, desde las vísceras; b) significa mucho para ti; c) lees a la vez, comentas según vas leyendo. En definitiva, más que leer el libro, lo sientes. Lo vives.
Y así, leí este libro. Junto a. El otro (libro) siguió siendo leído al mismo tiempo y (anticipo) quedó noqueado por la enorme Didion.
Como un tranvía. Así pasó este libro por encima de mí. El tema del que habla no es un tema cómodo: el duelo, la pérdida de un ser querido. No es fácil de vivir, no es fácil hablar de ello, no es fácil gestionar todo lo que provoca. Y para explicar lo que quiero explicar tengo que contar una anécdota personal (ya les dije: tomen asiento o lean en vertical o directamente no lean).
Hace no mucho estuve con dos buenas amigas. Dos seres de luz. Estuvimos por ahí por el monte, como las cabras. Y en un momento dado (en muchos) me detuve a hacer una foto. No recuerdo si era a una flor, una seta, una hormiga, un rayo de luz que ponía el acento en una brizna de hierba… El caso es que estuve un tiempo largo peleándome con el zoom, tenía que aproximarme mucho a lo que quería fotografiar, la imagen que buscaba tenía que ser tan próxima que pareciera acariciar con la mirada, pero cuánto más zoom metía, más se desenfocaba. Claro, tenía que retirarme hacia atrás para meter el pedazo de zoom que quería. Tenía que alejarme para poder acercarme. Al alejarme, el zoom me acercaba con más nitidez. Luego, al comentarlo, nos dimos cuenta del sentido tan grande y potente que tenía lo de alejarse para acercarse. En ese momento saqué de la mochila mi libreta y, en el suelo, escribí la frase, la idea, el concepto: alejarse para acercarse. Algo (mucho) saldrá de ahí. Y así me hicieron una fotografía a la que he cogido mucho cariño (Escribo, es como una enfermedad). Agradezco infinito a Beatriz su mirada, que sepa verme como lo hace y haya captado ese momento que tanto me define.
Y ¿por qué todo este rollo? Pues por un lado porque me apetece enrollarme en esta entrada, pero sobre todo, porque esa es una de las claves de este libro. Didion se aleja para acercarse. ¿Y cómo lo hace? Tomando la distancia justa. Nada de drama. Todo desde fuera. Y desde esa distancia, desde ese alejamiento, mete el zoom y hace un análisis brutal y sutil de todo el proceso de duelo. Mete el dedo en la llaga, en su llaga, sin escarbarse de más (ni de menos), sujetándose las heridas a la vez que no pierde de vista ningún agujero por el que está sangrando. ¿Tapona las heridas? ¿Las cicatriza? No. Las heridas sangran. Las cicatrices tardan en cerrarse. No desaparecen. Una cicatriz nunca es invisible. Es un recuerdo: tuve esa herida. Y dejó de sangrar.
El dolor es inevitable. Es necesario no sentir la presión a tu alrededor, empujándote para que el dolor desaparezca, porque oye, mira que incomoda el dolor, eh. Pero sobre todo incomoda a quienes ven que te duele. Normal. Nadie desea ver sufrir a alguien que quiere. Nadie quiere estar cerca del sufrimiento durante demasiado tiempo (¿cuánto es "demasiado" tiempo?). Ni siquiera a alguien que no sienta afecto por ti. Ea, fuera dolor, fuera tristeza. No vaya a ser contagioso.
Pero no. Si quieres que la cicatriz se cierre, si quieres sanar, tienes que dejar que el dolor haga lo suyo. Nunca podrás curar una enfermedad que no reconoces tener. Nunca sanarás un dolor si lo niegas. Seguirá ahí y te estallará, algún día. Por eso, Didion toma las riendas y la distancia, mira desde fuera, se mira, escucha su dolor, escucha sus miedos. Los identifica. Inteligente, lúcida, brillante. Identifica las heridas, las brechas abiertas: tengo estos miedos, esta autocompasión, estas culpas, este vacío, este autoengaño, este dolor, esta necesidad, esta contradicción, esta debilidad...
Durante mucho tiempo, Didion tendrá un pensamiento mágico: John (su marido) volverá. Por eso no se deshace de sus zapatos. Los necesitará para caminar, cuando vuelva. Durante mucho tiempo, Didion se moverá entre comportamientos prácticos, superficiales, y sentimientos de irrealidad (el pensamiento mágico). Intenta buscar el equilibrio. Se desliza y se protege a la vez. Inteligente. Como bien sabe y dice mi querida Juliet: cambia de rama cuando tengas la siguiente bien enraizada, si no corres el riesgo de caer y no poder levantarte. Es la única forma de volar sin alas. Así se mueve Didion en este proceso de duelo. No coge la siguiente rama hasta que no esté bien enraizada, bien asentada y segura. Espera, piensa, observa, aprende. No se cae. Se duele, sufre, sufres con ella. Pero no se cae.
Esto le dice Didion a su hija. No voy a desvelar cuándo ni porqué. Es una frase que aparece varias veces en el libro. Cada vez que la leía a mí todo se me rasgaba por dentro. Tardé en darme cuenta de la razón de ese desgarro. Quería que alguien me lo dijera a mí.
Podría seguir contando más de esta lectura. Mucho más. Tiene muchas cosas que subrayar, enmarcar, resaltar, comentar. Pero ya lo hice. Porque lo leí junto a. Gracias, querida Juliet. Ha sido mágico. Y necesario.
Equilibrio.
Disfruten, quienes quieran, de esta joya de libro. Yo ya lo he hecho. Y en muy buena compañía.
Traductor: Javier Calvo Morales
Páginas: 190
Publicación: 2005 (2015)
Editorial: Literatura Radom House
ISBN: 9788439729075
Sinopsis: Este libro memorable ha cautivado a millones de lectores en todo el mundo. En él, la escritora Joan Didion, una de las autoras norteamericanas más reputadas de finales del siglo XX, narra con una fascinante distancia emocional la muerte repentina de su marido, el también escritor John Gregory Dunne. Este libro tan breve como intenso es, por consiguiente, una reflexión sobre el duelo y la crónica de una supervivencia.
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La vida cambia deprisa.Esto va a ser difícil. Y largo. Así que tomen asiento o lean en vertical.
La vida cambia en un instante.
Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba.
La cuestión de la autocompasión.
Hace tiempo que estoy removida. Arrasada, diría yo. Así que no leo libros fáciles, libros que me entretengan, me distraigan, me alejen del centro del tsunami emocional y vital en el que estoy. Al contrario, busco libros que le den sentido a todo lo que estoy viviendo y sufriendo. Libros faro. Faros que iluminen en medio de la tormenta. Es por aquí, por aquí… dice la luz parpadeante de los faros.
Yo estaba leyendo otro libro con la misma temática que este. Ya hablaré de él. Pero la vida, ay, la vida, también juega sus cartas. Y sacó un as de la manga. Lo hizo en forma de libro: El año de pensamiento mágico. Y más concretamente aún, lo hizo en forma de una lectura conjunta, con Querida Juliet.
¿He dicho lectura conjunta? Pues he dicho mal. No. No hago lecturas conjuntas. Leo con. Leo junto a. Se hace como se puede. Pero se hace. Es distinto. Cualquier lectura con, junto a, intensifica la lectura porque lo haces con alguien que a) lee como tú, desde las vísceras; b) significa mucho para ti; c) lees a la vez, comentas según vas leyendo. En definitiva, más que leer el libro, lo sientes. Lo vives.
Y así, leí este libro. Junto a. El otro (libro) siguió siendo leído al mismo tiempo y (anticipo) quedó noqueado por la enorme Didion.
Como un tranvía. Así pasó este libro por encima de mí. El tema del que habla no es un tema cómodo: el duelo, la pérdida de un ser querido. No es fácil de vivir, no es fácil hablar de ello, no es fácil gestionar todo lo que provoca. Y para explicar lo que quiero explicar tengo que contar una anécdota personal (ya les dije: tomen asiento o lean en vertical o directamente no lean).
Hace no mucho estuve con dos buenas amigas. Dos seres de luz. Estuvimos por ahí por el monte, como las cabras. Y en un momento dado (en muchos) me detuve a hacer una foto. No recuerdo si era a una flor, una seta, una hormiga, un rayo de luz que ponía el acento en una brizna de hierba… El caso es que estuve un tiempo largo peleándome con el zoom, tenía que aproximarme mucho a lo que quería fotografiar, la imagen que buscaba tenía que ser tan próxima que pareciera acariciar con la mirada, pero cuánto más zoom metía, más se desenfocaba. Claro, tenía que retirarme hacia atrás para meter el pedazo de zoom que quería. Tenía que alejarme para poder acercarme. Al alejarme, el zoom me acercaba con más nitidez. Luego, al comentarlo, nos dimos cuenta del sentido tan grande y potente que tenía lo de alejarse para acercarse. En ese momento saqué de la mochila mi libreta y, en el suelo, escribí la frase, la idea, el concepto: alejarse para acercarse. Algo (mucho) saldrá de ahí. Y así me hicieron una fotografía a la que he cogido mucho cariño (Escribo, es como una enfermedad). Agradezco infinito a Beatriz su mirada, que sepa verme como lo hace y haya captado ese momento que tanto me define.
Y ¿por qué todo este rollo? Pues por un lado porque me apetece enrollarme en esta entrada, pero sobre todo, porque esa es una de las claves de este libro. Didion se aleja para acercarse. ¿Y cómo lo hace? Tomando la distancia justa. Nada de drama. Todo desde fuera. Y desde esa distancia, desde ese alejamiento, mete el zoom y hace un análisis brutal y sutil de todo el proceso de duelo. Mete el dedo en la llaga, en su llaga, sin escarbarse de más (ni de menos), sujetándose las heridas a la vez que no pierde de vista ningún agujero por el que está sangrando. ¿Tapona las heridas? ¿Las cicatriza? No. Las heridas sangran. Las cicatrices tardan en cerrarse. No desaparecen. Una cicatriz nunca es invisible. Es un recuerdo: tuve esa herida. Y dejó de sangrar.
Somos seres mortales imperfectos, conscientes de esa mortalidad incluso cuando la apartamos a empujones, decepcionados por nuestra misma complejidad, tan incorporada que cuando lloramos a nuestros seres queridos también nos estamos llorando a nosotros mismos, para bien o para mal. A quienes éramos. A quienes ya no somos. Y a quienes no seremos definitivamente un día.Pero en medio de todo ese dolor que supone perder a un ser querido, taaaan querido, como lo era su marido, intenta encontrar un equilibrio. Equilibrio. Eso es inteligente. Y necesario. No intentar taponar heridas que necesitan sangrar. No intentar esconder o evitar la cicatriz. No se puede. Pero se puede encontrar un equilibrio. Un sentido a todo. Perfer et obdura; dolor hic tibi proderit olim (“Se paciente y duro, algún día este dolor te servirá”).
El dolor es inevitable. Es necesario no sentir la presión a tu alrededor, empujándote para que el dolor desaparezca, porque oye, mira que incomoda el dolor, eh. Pero sobre todo incomoda a quienes ven que te duele. Normal. Nadie desea ver sufrir a alguien que quiere. Nadie quiere estar cerca del sufrimiento durante demasiado tiempo (¿cuánto es "demasiado" tiempo?). Ni siquiera a alguien que no sienta afecto por ti. Ea, fuera dolor, fuera tristeza. No vaya a ser contagioso.
Pero no. Si quieres que la cicatriz se cierre, si quieres sanar, tienes que dejar que el dolor haga lo suyo. Nunca podrás curar una enfermedad que no reconoces tener. Nunca sanarás un dolor si lo niegas. Seguirá ahí y te estallará, algún día. Por eso, Didion toma las riendas y la distancia, mira desde fuera, se mira, escucha su dolor, escucha sus miedos. Los identifica. Inteligente, lúcida, brillante. Identifica las heridas, las brechas abiertas: tengo estos miedos, esta autocompasión, estas culpas, este vacío, este autoengaño, este dolor, esta necesidad, esta contradicción, esta debilidad...
La vida cambia en un instante. Un instante normal.Todo parecía tan normal. Y de repente. La conciencia hasta las entrañas de que todo es tan normal y de repente… es brutal. Te atraviesa. Sabe que no es algo que tiene que olvidar. Que no puede olvidar ese y de repente…
Durante mucho tiempo, Didion tendrá un pensamiento mágico: John (su marido) volverá. Por eso no se deshace de sus zapatos. Los necesitará para caminar, cuando vuelva. Durante mucho tiempo, Didion se moverá entre comportamientos prácticos, superficiales, y sentimientos de irrealidad (el pensamiento mágico). Intenta buscar el equilibrio. Se desliza y se protege a la vez. Inteligente. Como bien sabe y dice mi querida Juliet: cambia de rama cuando tengas la siguiente bien enraizada, si no corres el riesgo de caer y no poder levantarte. Es la única forma de volar sin alas. Así se mueve Didion en este proceso de duelo. No coge la siguiente rama hasta que no esté bien enraizada, bien asentada y segura. Espera, piensa, observa, aprende. No se cae. Se duele, sufre, sufres con ella. Pero no se cae.
Estás a salvo.
Estoy aquí.
Esto le dice Didion a su hija. No voy a desvelar cuándo ni porqué. Es una frase que aparece varias veces en el libro. Cada vez que la leía a mí todo se me rasgaba por dentro. Tardé en darme cuenta de la razón de ese desgarro. Quería que alguien me lo dijera a mí.
Mi forma de escribir es mi forma de ser.Entonces, tu forma de ser es admirable, honesta, generosa, querida Didion.
Podría seguir contando más de esta lectura. Mucho más. Tiene muchas cosas que subrayar, enmarcar, resaltar, comentar. Pero ya lo hice. Porque lo leí junto a. Gracias, querida Juliet. Ha sido mágico. Y necesario.
Equilibrio.
Disfruten, quienes quieran, de esta joya de libro. Yo ya lo he hecho. Y en muy buena compañía.
Yo os digo que no viviré dos días.(©AnaBlasfuemia)
Gracias por descubrirme esta obra y a esta autora, que desconocía por completo. Honestidad... Eso busco, en la literatura y en la vida, así que la tendré muy en cuenta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues honestidad a raudales encontrarás en este libro. Yo es algo que también busco (e intento practicar) en la vida. Por eso tengo esa cita permanente de Winterson en el lateral (No puedes ser la honradez de otra persona, pequeña, pero sí puedes ser tu propia honradez).
EliminarUn abrazo
Siempre digo que en momentos de duelo hay que dejar llorar. Cuando veo a la gente intentando tranquilizar, diciendo que no llore, que así no se arregla nada, no lo entiendo. Es necesario llorar, sacar el dolor, gritar si hace falta. Porque luego eso se queda dentro y es peor. Y se van juntando las lágrimas ahí dentro y eso duele aún más. Un libro muy interesante. Y tu entrada, de nuevo, magnífica. Cómo te admiro!
ResponderEliminarBesotes!!!
Yo pienso lo mismo, Margari. Incluso voy más allá. Porque creo que el dolor, la pena, la tristeza... tiene un tempo. Probablemente más largo de lo que aquello que nos rodea nos permite. Todo va rápido en la vida, y parece que el sufrimiento también tiene que ser así: fugaz. Y no hay que dejar cosas dentro. Porque crecen sin darte cuenta y cuando te sale a borbotones no sabes por dónde te vienen los tiros.
EliminarEl libro es tremendo. Me encantó. Cómo lo va enseñando Didion.
¡No me digas que me admiras! Me pone nerviosa. Reserva tu admiración para quien se la merezca. Yo sólo cuento lo que leo...
Un abrazo
Interesante libro...¡qué difícil es sufrir y no caer! Me gusta mucho la gente sincera y honesta,que escribe desde el corazón y te hace sentir lo que siente. Ufff y muy cierto...la vida puede cambiar en un instante y ya nada será lo mismo. Gracias por mostrarnos siempre tan buenos libros y por contárnoslo todo tan bien. Me lo apunto.Un besote
ResponderEliminarSufrir y no caer es imposible. Pero también hay que saber caerse, e incluso tirarse antes de caerse, porque así controlas la caída (es algo que a la hora de esquiar es muy útil... he evitado probablemente alguna rotura de huesos tirándome antes de caer, porque así sabía cómo colocar mi cuerpo y evitar hacerme daño).
EliminarDidion transmite muy bien. Independientemente del tema, es una gran escritora.
Un abrazo
Las cicatrices existen por algo. Son para siempre.
ResponderEliminarUn abrazo y comparto
Cierto. Están ahí. Dolieron. Dejaron de hacerlo. Y lo vivido siempre nos dice algo.
EliminarUn abrazo
Bufff... Qué reseña-za!!
ResponderEliminarLei hace tiempo el libro de Imma Monsó (amo a Imma) “Un hombre de palabra” tambien sobre el duelo por la muerte del marido. Magnífico, vital, venía a ser un retrato del marido muerto en el momento del duelo... Y siempre recordaré esas “Cinco hores de Mario” que vi en teatro con la incomparable Lola Herrera...
El duelo. Diré algo muy manido: cada uno lo vive a su manera, que no es decir nada... o todo. El duelo nos puede servir de acicate, de excusa, puede dar sentido a la vida, puede ser la muerte en vida y la vida despues de la muerte. Sólo sé que se sale del duelo (la cicatriz es perenne) cuando dejas que la vida vuelva a ti, cuando no te resistes a la vida.
Plas, plas, plas!! Memorable reseña!
Abrazo!
Me he dado cuenta (no había sido muy consciente) de que en mis estanterías hay muchos libros sobre duelos... Capto el mensaje que me mando a mí misma :)
EliminarCinco horas con Mario, vi esa obra en Salamanca. Qué gran Lola Herrera.
Yo creo que es decirlo todo. Porque a nadie le suceden cosas que no le sucedan también a otros. Es la forma de vivir cada cual esas cosas lo que marca la diferencia.
No tengo muy claro que se salga del duelo cuando no te resistes a la vida. Lo digo por experiencia personal. Estoy pasando no por uno. Ni dos. Ni tres. Por cuatro duelos (como poco). Los estoy pasando. No los he pasado. Pero en ningún momento me he resistido a la vida. Al contrario. Y, tal vez, ese sea otro duelo.
Gracias, elvirar. El libro es inmenso.
Un abrazo
Estoy segura que no te resistes (conscientemente), pero en el duelo hay también una cierta culpa que también hay que superar o conllevar (sí, mejor conllevar, o perdonarse...), a veces parece que si sigues adelante, si vives, ríes, sueñas, te ilusionas, es como que la ausencia no te importa, como que tienes que castigarte por seguir viviendo... Es difícil explicarlo, no es algo voluntario... Es un proceso interior, ante una misma.
EliminarYa te dije que este es tu blog, tú lees lo que quieres, nos cuentas lo que te apetece y como lo cuentas tan bien... si ahora toca duelo, pues nosotros te acompañamos en ese duelo. No estás sola.
Abraçada!
Ah, claro... la culpa. Ese invento judeocristiano... A la mierda con las culpas. No resistirse a la vida es decir adios a las culpas.
EliminarTe explicas. Lo he entendido. Es que eso es la culpa. Por eso, adios a las culpas. Basta.
Es mi blog, mi cuarto propio, mi bosque, mi campana de cristal... Y es visible, eso sí. Por eso sé, también, que no estoy sola.
Gracias por eso.
Abraçada
Leyendo este libro me doy cuenta de lo afortunadas que son las personas que pueden sacar fuera, poniendo sopbre un papel los sentimientos y sensaciones que tenemos todos cuando nos ocurre la muerte de un ser querido. El dolor està ahí, la sorpresa (estas coses le pasan a los demàs), la sensacion de absurdidad de la vida y también lo que de milagroso tiene, la sensacion de extrañeza que te invade cuando la vida sigue adelante sin que uno de tus motores la ponga en marcha... En mi caso, ante la pérdida de mi madre, yo solo tenía la palabra (practicamente soy analfabeta literaria): no he dejado de hablar de ella con mis amigos o conocidos, pero sobre todo con mis hermanos, y especialmente con mi hermana. Verbalizar los recuerdos compartidos, reir y llorar nos sirvió de mucha ayuda. No para superar, sino para convivir con la ausencia física. Y sí, cada vez que la “convoco”, me tengo que volver a despedir y es doloroso, pero tambien me reconforta haberla vivido, mil veces querría pasar por la experiencia de haber compartido mi tiempo con ella aunque mil veces la perdiera. Hay algo también en la muerte de oportunidad de cambio, de nuevas posibilidades (no es politicamente correcto lo que digo, ni mucho menos) pero mi vida cambió con la muerte de mi madre y no todo fue en sentido negativo.
EliminarEstas sensaciones las he encontrado en esta novela, corta pero no por ello menos intensa (lo bueno si breve...). Hay en él bastante necesidad de contarse y contar la muerte y las circunstancias y detalles que rodearon la muerte del marido, como manera de recuperarse de la sorpresa, del gancho de boxeo que nos ha golpeado y del que intentas levantarte absolutamente noqueada. Hay una necesidad casi obsesiva en saber si podríamos haberlo evitado, si había señales que nos indicaran una actuación preventiva.
Se ha hablado mucho del propio duelo, pero existe el duelo de los demàs, de esas personas a las que queremos, que nos duelen de alguna manera y que pasan por la experinecia de la muerte de un ser querido. Cual debe ser nuestra actitud? Cómo ayudar? Y recuerdo otra vez la cita de “El río de la vida”: Todos los que nos encontramos aquí, en algún momento dirigiremos nuestra mirada a un ser amado que està necesitado y nos haremos la misma pregunta. Yo estoy dispuesto a ayudar, señor, pero si necesita algo, ¿qué es? Porqué rara vez podemos ayudar a los que tenemos más cerca. O bien no sabemos qué parte de nosotros mismos dar. O más probablemente, la parte que podemos dar no es requerida. Son aquellos seres queridos a quienes major deberíamos conocer quienes se nos escapan. Pero debemos seguirles amando. Podemos amar totalmente sin entender totalmente.
Me ha gustado mucho el libro, Ana. Entiendo el goce cuando encuentras un libro que habla de ti o de lo que has sentido o vivido en algun momento, hay una especie de conexión milagrosa, efímero quizás, que te regala la vida. Gracias por esta recomendación y esta reseña, en tu línea magistral.
Un abrazo.
PD Ha salido un poco largo...
Desde luego no voy a ser yo que quien niegue el alivio que supone poder escribir sobre ciertas cosas. No porque yo me tenga por escritora, hablo del mero hecho de escribir sobre lo que te reconcome por dentro. Por eso este blog, por ejemplo, y mis libretas. También verbalizarlo, con alguien que te "sienta" bien, que sienta lo que sientes, ayuda mucho.
EliminarEste libro tiene... no una continuación... pero... Bueno, está "Noches azules". De momento no lo voy a leer.
Todo lo que pudiera decirte justo acabo de leerlo no hace más de cinco minutos en este artículo: https://bernatwo.wordpress.com/2016/01/26/no-todo-ocurre-por-una-razon-tim-lawrence/
PD: Me encantan los comentarios largos ;)
Un abrazo
Se lo vi en instagram a Querida Juliet y me lo anoté. Ahora, tras tu reseña, sé que hice bien. Cuando el cuerpo me lo pida me acercaré a él.
ResponderEliminarbsos!
Se cruzó en nuestro camino este libro... :) Tenía que ser así. Teníamos que leerlo las dos juntas porque la mirada iba a ser la misma. Y así fue.
EliminarNo sólo hiciste bien en anotarlo. Harás muy bien en hacerte con él y leerlo ;)
Un abrazo
Pues es un libro que en principio no me hubiera llamado demasiado, pero aprovechando que ahora con la librería llegan a mis manos muchos libros diferentes cada día, estaré atenta por si cae por aquí para leerlo antes de ponerlo a la venta (alguna ventaja tengo que tener, jajaja)
ResponderEliminarBesos Ana!
Las ventajas de tener una librería. Yo tengo claro que si monto una librería sólo con lo que me ahorraría en libros ya iría ahí casi un sueldo :)
EliminarUn abrazo
Sería un error leer en vertical esta reseña. Yo soy de las que busca distracción en los momentos difíciles porque esos problemas o dilemas ocupan demasiado espacio emocional. Pero sí es verdad que hay libros que parece que te comprenden, que están sintiendo lo mismo que tú y te ayuda. Sí, culturalmente no se suele permitir el dolor, si alguien sufre cerca, si es nuestro, nos duele también y si es alguien ajeno, incomoda.
ResponderEliminarMe apunto el libro.
Un abrazo.
:)
EliminarA ver, que yo lo haga así, no implica que no entienda que otras personas lo hagáis diferente. Yo también lo he hecho así. En muchos momentos, de hecho. Pero ahora, justo ahora, tiene que ser así. Es el momento de que sea así. Y lo sé.
No es sólo que parezca que te comprendan, esos libros, es que le ponen palabras. Y eso es como darle sentido a cosas...
Admiración por Didion. Didion persona y Didion escritora.
Ya nos contarás (me matas si le haces una guillotina)
Un abrazo
No sé, no sé. Aunque me encantaría leerlo y creo que podría apreciarlo mucho, no es un buen momento para que vaya por él, no me haría mucho bien; pero voy a anotarlo para más adelante. Gracias por la recomendación.
ResponderEliminarBesotes.
Todos los libros tienen su momento. El de este libro era ahora, y así. Y el tuyo, llegará.
EliminarUn abrazo
¿Por dónde empiezo? por la honestidad de tu reseña?, por haberme mostrado qué es leer "junto a"?, por las emociones que nos quemaron mientras leíamos? (porque cada una leía desde sus ojos y su experiencia pero la conexión fue mágica). Gracias, Ana. En este momento necesitaba encontrar alguien como tú. Seguimos leyendo.
ResponderEliminarNo te lo mostré. Lo tenías dentro. Los libros hacen estas cosas. Unen a personas. Es curioso cómo se ha producido todo ¿verdad? Y que fuera este libro. Destino, coincidencias, yo que sé. Sucede y ya está.
EliminarLa conexión ya estaba antes de conocernos.
En estos momentos YO necesitaba conocer a alguien como tú.
Seguimos leyendo. Siempre :)
Un abrazo
Muy interesante el libro la verdad y tu reseña de 10. Me lo apunto esperando el momento adecuado para leerlo.
ResponderEliminarBesotes.
El libro es de 10. De 100 incluso :) Cuando el momento llegue, lo sabrás.
EliminarUn abrazo
Dicen los montañeros que la mejor forma de apreciar la verdadera magnitud de la montaña es distanciándose de ella. La distancia justa de las cosas es una medida que la vida te enseña si te paras a escucharla, pero ocurre que, ante el dolor, la tentación de salir corriendo es muy poderosa, normal.
ResponderEliminarCuando miras a la vida de frente, no desafiándola, no, simplemente sin darle la espalda, sucede lo que cuentas, lo que cuenta este libro, no te apresures a curar las heridas, deja que ellas te curen a ti. Ha tenido que ser bonito el encuentro que este libro os tenía preparados a Querida Juliet y a ti. Hay libros que de tanto buscarte acaban encontrándote… ¿no?
Yo siempre te busco.
Un abrazo ¡
La montaña es una gran maestra. Tú lo sabes bien. La naturaleza lo es. La distancia que pone Didion para contar(se) es especial, porque se distancia sin distanciarse. Claro, huir. Huir del dolor es una tentación. Yo he caído en ella tantas veces. Pero ya no. Ya no más huidas. Lo tengo tan claro, tan claro...
EliminarMiro a la vida de frente. Ahora sí. Lo he hecho más veces. Pero ahora no voy a dejar de mirarla ni un momento. Y eso, qué paradoja, está siendo un dolor. Pero pasará. Algún día.
El encuentro ha sido hermoso. Porque cuando miras a la vida de frente, duele, pero también te compensa. Los libros siempre me encuentran. No sé qué sería de mi vida sin ellos.
Y tú, Paco, siempre me encontrarás. No tienes que buscarme ;)
Un abrazo
Una reseña que cautiva: me ha gustado mucho todo lo que has comentado alrededor de esta lectura. El libro lo conocía pero no le había metido prisa hasta el momento; te haré caso y le daré prioridad en cuanto me sea posible. El caso es que ahora mismo no estoy por la labor de encontrar faros en mis lecturas: mis maneras de alejarme para acercarme van por unos caminos muy diferentes a los tuyos... 1beso!
ResponderEliminarEl libro es cautivador. Lo releeré algún día. Y me gustará ver lo subrayado, lo anotado. Y ha sido mucho, muchísimo.
EliminarCada cual tiene sus distancias, cortas, largas, su forma de enfrentarse a las cosas. Sus momentos. Todo llega.
Un abrazo
Yo leo siempre sentada. A ti tambien te leo siempre sentada. Y nada de en diagonal. Bien derechita, como alumna aplicada (y como soy aplicada te hago caso y me apunto el libro), dejando que cada palabra me lleve a la siguiente. Si tengo que cambiar de dirección es para volver hacia atrás, releer y seguir avanzando.
ResponderEliminarCierto, a nadie le gusta estar demasiado tiempo al lado de alguien que sufre. Al final estamos solos ante el dolor, con nuestro dolor. Y hay que pasarlo, el tiempo que haga falta, mirándolo de frente. Cicatrices, heridas, no hay que renegar de ellas, son parte de lo que somos. Y cuando se pasa el duelo sale uno no sé si màs fuerte pero en cierto modo sí más sabio, porque ya está en condiciones de mirar al dolor desde la distancia y de tutearlo.
Una reseña preciosa porque es honesta.
Un abrazo.
Yo muchas veces leo de pie (y muchas en voz alta). Incluso andando :)
Eliminar¿Alumna aplicada? Tú eres de master. Maestra.
No, a nadie le gusta estar demasiado tiempo al lado de alguien que sufre. Ni a quien te quiere ni a quien no. Y muchas veces ese demasiado presiona, el tiempo tiene que ser corto. Claro que estamos solos frente al dolor. Porque si no estás sola ante ese dolor, el dolor se atenuará. Del dolor se sale, como comentamos arriba Paco y yo, mirando a la vida de frente. Si sabes mirar primero bien el dolor, luego sabrás mirar la vida.
Honesta... sí. Soy yo, soy yo, soy yo :)
Gracias.
Un abrazo
Que duro encontrarse con esos momentos de perdida irremediable... e inevitables.
ResponderEliminarMe gusta eso de alejarse para acercarse. Es cierto. Ser capaz de ver desde fuera lo que nos toca mas de cerca.
Sabes que -por ahora- este no es mi libro. Ando peleándome con un descubrimiento nuevo que me tiene alucinado.
Como siempre la reseña; reseñable.
El dolor siempre es duro. Duele.
EliminarDidion no es exactamente que mire desde fuera. Se distancia pero siempre desde dentro. Esa es la clave.
¿Andas con un descubrimiento y no dices cuál es? ggggrrrrr
Gracias, Guille.
Un abrazo
Ana fantástica reseña. Algunas veces creo haber comentado que los libros también parecen encontrarte, que sepan por si solos que hay momentos que necesitas una lectura y no otra. Cada libro, como cada persona o momento, quiero creer que llega cuando lo necesitamos para reparar, acariciar, mimar o simplemente dejar llorar.
ResponderEliminarHay veces en que se necesita alejarse, coger distancia para poder "ver", cuando estamos inmersos en la emoción, del tipo que sea, no somos capaces de pensar mucho. Es aquello de que las emociones disminuyen la inteligencia, qué fácil es decir y que difícil es hacer, cuando somos los implicados. Alejarnos, el tiempo que haga falta, para volver con fuerzas y recuperadas, eso es lo importante..qué fácil se dice...
Un beso
Gracias Conxita. Hay libros que al leerlos el comentarlos sale solo. De hecho no tenía pensado escribirla cuando lo hice. Iba a esperar un día más. Pero tuve incluso que levantarme de la cama, en medio de la noche y escribirla. Se contó.
EliminarLos momentos son importantes. Nada sucede por nada. Es algo que tengo tan claro...
Acabo de comentarlo. La distancia que toma Didion para "ver", no es una distancia desde fuera. Es una distancia desde dentro. Esa diferencia es importante. Si te alejas demasiado te quedas fuera, en verdad.
No es fácil. Pero es posible.
Un abrazo
Con los ojos como platos me he quedado con tu reseña. Me lo llevo.
ResponderEliminarjajajajja
EliminarSonrío. Imaginándote con los ojos como platos :)
Un abrazo
No sé si es lo primero que lees de Joan Didion pero en todo caso me alegro de que la hayas descubierto, es una autora de una sensibilidad especial, como la que a veces aprecio en tus escritos, por lo que supongo que tarde o temprano vuestro encuentro era inevitable…
ResponderEliminarSi no lo las has leído aún te recomiendo “Noches azules”, podría ser una continuación de este libro y es que lamentablemente cuando nos hacemos grandes el dolor cada vez nos visita con más frecuencia aunque piensa que siempre nos queda algo tras la pérdida de un ser querido: dos años después de la muerte de John vino la muerte de Quintana Roo (la única hija de la Sra. Didion) con sólo 39 años, aquí nos lo cuenta de manera muy breve también: es un libro tan cortito como este para quién pueda interesar…
Salut, Anetta!
Es el primer libro, sí. Y aciertas, estoy ENCANTADA de haberla descubierto. Indistintamente del tema que aborde, qué bien escribe. Cómo maneja los tiempos, las frases, los momentos. Ufff... Impresionante.
EliminarNo lo he leído, "Noches azules". Lo tengo. Pero tendrá que esperar. Porque ¿sabes? NO RECORDABA, no recordaba de qué iba "Noches azules". Y temí por Quintana a lo largo del libro. Y me alivió ver que salía adelante. Y luego, libro terminado, me entero de que dos años después, fallece. Y que de eso va "Noches azules". Y lloro. Sí, lloro, te lo juro. Ahora mismo no podría leerlo. Pero lo leeré.
Una abraçada, caballero Krust
¿Cómo no apuntarme este libro después de semejante pedazo de reseña?
ResponderEliminar:) Es que el libro es muy grande. Atraviesa.
EliminarUn abrazo
Hola, Ana. Comprendo que necesites pasar por esto. Una suerte de duelo, una tregua de reflexión. Lo has explicado muy bien, cuando ocurre todo tan "de repente" falta un "y si", anelamos un "cómo" y un "por qué" Tarda en asimilarse pero todo llega, incluso la paz interior.
ResponderEliminar(* me gusta mucho cuando exteriorizas tus emociones, las describes muy bien).
Un beso
Por esto, por aquello, por lo otro... Por tantas cosas. Todas se amontonan. Pero hay que pasarlas. Y sobre todo, pasarlas bien. Nada de cerrar en falso.
EliminarDidion lo explica con una inteligencia y una sensibilidad y una clarividencia al alcance de muy pocos.
(*gracias...)
Un abrazo
me da la sensación de que este libro llegó en el momento adecuado y por eso lo has disfrutado más aun si cabe. yo no creo que mi momento sea ahora para este libro.
ResponderEliminarbesos.
Sí, llegó en el momento adecuado, de la mejor forma posible y con la mejor compañía lectora que podía tener. No sé si "disfrutar" es la palabra adecuada, no es un libro que se disfrute, es un libro que se siente. Siempre llegan los momentos.
EliminarUn abrazo
Impresionante reseña. Ya os comenté que lo tengo entre ceja y ceja y creo que si todo va bien el próximo mes lo leeré
ResponderEliminarBesos
Sí, ya te vi que andabas con ganas :) Deseando que compartas tus sensaciones, aunque yo contaba con un plus de lujo: Querida Juliet ;)
EliminarUn abrazo
Muy buena reseña!
ResponderEliminarNo lo conocía y me parece una propuesta muy interesante =)
Besotes
Gracias Shorby. Si te animas y encuentras el momento, es una gran lectura.
EliminarUn abrazo
Pues he tomado asiento y se me ha hecho corto porque comparto esa manía por buscarme en los libros en vez de usarlos de vía de escape, vivo mi pesar con los personajes, me fío de la guía del autor al que admiro... También funciona al revés, en estado eufórico sí que me dejo llevar, despliego alas y vuelo. En este caso esto es una reseña faro, faro y Lucero como dice la antigua canción, me la llevo y me sirves de guía y no solo porque nunca he sabido por dónde empezar con ella, más bien por cómo lo has leído tú. Gracias. Un beso.
ResponderEliminarEl presi sin palabras.
Así me gusta, que por aquí te sientes (de sentir) cómodo. Lo de que se te ha hecho corto dice mucho de tu capacidad lectora :D Sé que te buscas en los libros, cómo lees. Pues por eso nos entendemos, tú y yo ;) ¡¡Reseña faro!! gracias, Yossi. Me encantará que te leas este libro, saber cuáles son tus pulsaciones. Te espero.
EliminarUn abrazo (sin palabras, no hacen falta)
Sufrimos porque somos de cristal... Somos demasiado vulnerables...
ResponderEliminarMuy buena reseña, amiga
Somos de cristal, como la campana de PLATH. Claro que somos vulnerables, por eso se hacen trucos, para disimular tanta fragilidad. Yo prefiero plantarle cara. Y si me he de romper, que sea de vida.
EliminarGracias, Idelfonso. Un abrazo.
Las heridas se cierran de dentro hacia fuera y necesitan su tiempo. Las cicatrices son para siempre y a ratos duelen pero seguimos avanzando con ellas.
ResponderEliminarUna reseña que conmueve por la fuerza de los sentimientos que la guian, Ana. Me la llevo bien apuntada, no será difícil sentirme identificada en algún momento con la autora. Por cierto con tu anécdota con la fotografía también me he sentido identificada y me ha ayudado a entender lo que querías contarnos.
Tu retrato del momento es genial. Esas instantáneas valen por lo cuentan.
Besos
No hay peor herida que la que se cierra en falso... A veces duelen, cuando hay cambios, para hacerte recordar. Es un dolor llevadero. Necesario, tal vez.
EliminarEl libro es conmovedor, la lectura lo fue.
Claro, tú haces muchas fotografías también, sabes ese "truco" de alejarse para acercarse :) Y la fotografía que me hicieron, a mí, que apenas me hacen fotos (soy yo la que suele ir cámara en ristre), sólo la podía hacer alguien que sabe verme :)
Un abrazo
Tengo la inmensa fortuna de tener un gran amigo con el que leo, leo junto a él y la lectura siempre alcanza otra dimensión. Y eso que leyendo junto a él con la facilidad que proporciona el hacerlo con cierta frecuencia, estamos a más de mil kilómetros reales de distancia. Así que nos acercan los libros aunque nos miramos a mucha distancia.
ResponderEliminarA veces mirar muy muy de cerca algo, distorsiona el objeto observado, la distancia siempre es interesante para ver su verdadera dimensión. El dolor tiene su tiempo para ir curándose y es una estupidez tratar de acelerar ese proceso. Mi pudor es tan inmenso cuando sufro que lo guardo hacia dentro (muy mal hecho pero no he aprendido a hacerlo de otro modo), no soporto el consuelo de las buenas maneras ni hay palabras para consolar, o yo no suelo encontrarlas, así que suelo acompañar acompasándome a lo que la otra persona necesita (no es fácil, mera intuición, oír y oírnos por dentro).
No he leído nada de esta autora; tu reseña está llena de inteligencia y de emoción, muy hermosa.
Capear con un dolor de pérdida es duro, con cuatro parece cosa de titanes, pero yo te percibo titana (en a foto se te ve así).
Abrazos!!
Es una fortuna lo que tienes, cierto :) Leer junto a alguien siempre es distinto. A pesar de la distancia física. Hacerlo sin esa distancia física ya es como para echarse a llorar. Algún día (mes, año, vida)...
EliminarLa anécdota es real, como es real que mirar de tan de cerca puede distorsionar, sólo hay que alejarse un poquito, lo justo, para acercar la mirada. Enfocarla. Yo sufro mucho hacia dentro, no te vayas a pensar, aunque no lo parezca (porque no parece ni humano) sólo enseño la punta del iceberg. Hay un consuelo impostado, bueno no... a veces realmente la gente te quiere, y quiere que te sientas bien, pero es un consuelo que no toca ni con la punta de los dedos lo que estás pasando. Muchas veces el consuelo está en el silencio junto a... (como con los libros).
No me percibas titana. Es la falsa imagen que da tener el dolor perfectamente diseccionado y saber por dónde me desangro a borbotones. No es fortaleza.
Un abrazo
Seguramente lo lea, ANa, y también seguramente no lo comente. Con tu permiso.
ResponderEliminarLa reseña preciosa, en tu línea de hace tiempo, muy intimista.
Besos
Sólo faltaría que necesitaras mi permiso... para nada. Y si necesitas comentarlo seguramente tengas vías para hacerlo que no sean el blog. Sabrás hacerlo. Y sabrás leerlo.
EliminarCierto, no sé si intimista, pero sin red. Desde hace tiempo. Marca de la casa, ya sabes. Es lo que hay, y es mi rincón. Ligeramente impúdico, soy consciente. Pero nadie entra y se queda aquí (aunque sea un ratito) obligado.
Un abrazo
Cualquier comentario que haga no podrá hacer justicia a tu excelente reseña. Me quedo con tus palabras y con el libro. Besos.
ResponderEliminarGracias Briseida. Lo cierto es que ni siquiera lo que yo he comentado hace justicia a lo que ha significado este libro para mí. Por el libro y por la lectura "junto a"
EliminarUn abrazo
Tuve el libro en mis manos, Ana, y lo aparté porque no se si quiero adentrarme hoy en semejante análisis del dolor. Creo que habré de buscarlo igual, para tenerlo a mano cuando las circunstancias lo requieran.
ResponderEliminarMagnífica -y muy emotiva- tu reseña.
Un gran abrazo.
Está claro que hay libros que tienes ahí un poco como a la espera, por los temas que tocan. Lo cierto es que no es, no sé cómo decirlo... ¿dañino? Es emotivo, eso sí. Yo lo leí con todos mis sentidos a mil. También es que lo hice "acompañada" y eso hace mucho.
EliminarGracias, Marcelo
Abrazo
Ana:
ResponderEliminarleí este libro hace un tiempo, y fue un hermoso descubrimiento. Joan disecciona su dolor y lo observa...al igual que tú, lloré al saber de qué trataba "Noches Azules" y aún no lo he leído.
Extraordinaria reseña ¡muchas gracias por ella! me ha hecho recordar muchas cosas que hicieron de este libro, una lectura tan especial para mí.
Un beso,
Ale.
Para mí también ha sido un hermoso descubrimiento, Ale. Lo de "Noches azules" ha sido un varapalo, lo leeré, pero voy a tardar en hacerlo. Estoy segura de que lo entiendes.
EliminarUn abrazo
Junto a Marta , junto a ti . Leer los bordes . Ser perfectamente consciente de no llegar , de no asumir la palabra como se asume aquí y allí. Por eso sigo agradecido y tratando de seguir el rastro casi sin aliento.
ResponderEliminarLo cierto es que lo que hubo fue mucha consciencia de estar leyendo con la misma mirada. Un libro especial para toda mi vida. Nunca olvidaré esta lectura.
EliminarA mí sí que me tienes sin aliento siguiéndote por el blog :) Gracias por seguir el rastro.
Un abrazo
Un libro que me desarmó, no podía soltarlo y, al mismo tiempo, me destrozaba. Una joya, sin lugar a dudas.
ResponderEliminarDos años desde que lo leí y lo tengo todavía muy vivo en mí. Es magnífico este libro.
EliminarUn abrazo
He descubierto tu blog hace 2 días y me ha encantado, ahora leo esta reseña y aunque no he leído el libro (estoy feliz pues lo he podido descargar digital) por asociación me lleva a "La ridícula idea de no volver a verte" de Rosa Montero, que me encantó también. Me habría fascinado acceder a "Di su nombre" para comparar estas lecturas, pero no consigo descargarlo, pero de cualquier manera muchísimas gracias por tan lindo espacio el tuyo, y aunque sé que no me alcanzará una sola vida para leer cuanto quiero, tu sitio hace que me anime a ir por más. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Marlene. También comenté por el blog "La ridícula idea de no volver a verte", del que puedo decir que lo que más me gustó... fue Marie Curie. Mira que lo intento pero no consigo conectar con Rosa Montero desde hace mucho tiempo. El de Didion es otro nivel.
EliminarPara bien o para mal a nadie nos da la vida para leer tanto ;)
Gracias y un abrazo.