Traductor: Francesc Parcerisas
Páginas: 96
Publicación: 1922 (2011)
Editorial: Alba
ISBN: 9788484286028
Sinopsis: Amanece en la bahía de Crescent, en Nueva Zelanda. Vuelve la luz, baña la tierra y el mar, despiertan los animales y los humanos. Todo parece cobrar conciencia: un charco de agua salada, un arbusto, una gata, hasta un bebé de meses. Todo tiene voz. Los habitantes de la colonia veraniega despliegan, o callan, sus menudencias, sus juegos, sus recuerdos, los sueños que no han cumplido y los que algún día cumplirán. Al final del día todo queda en calma.
Es cierto, cuando una está sola y piensa en la vida, siempre siente tristeza.
Después de unas lecturas intensas y agitadas, necesitaba un respiro. Tampoco quería bajar el listón, al menos en cuanto a calidad literaria. Así que acudí a un valor seguro, Katherine Mansfield y su relato En la bahía.
Y ha sido como despertarse una madrugada, sentir frío por dentro y al instante notar que un rayo de sol, discreto pero decidido, atraviesa la ventana. Saco un pie de debajo de las sábanas y busco el contacto con ese rayo provocador y generoso que inmediatamente empieza a darme calorcito. Lo verdadero siempre es cálido y pocas cosas son más verdad que los primeros rayos de luz de un amanecer.
De Katherine Mansfield decía Virginia Woolf que era la única autora a la que envidiaba su estilo. Mansfield y Woolf, una amistad improbable (exuberante la una, tímida la otra) que pese a la brevedad de la misma (Mansfield falleció dolorosamente joven, con 35 años) dejó una huella profunda en ambas.
¿Y cuál es el estilo de Mansfield? Un estilo pulcro, tenue, brillante, refinado, sin fisuras. Con el mar de fondo, como una marea que marca el ritmo de las emociones de los personajes, en el relato En la bahía nos vamos a encontrar con la descripción de un solo día en la vida de la familia Burnell. Con una estructura mucho más compleja de lo que pueda parecer, dado que los personajes que aparecen son numerosos, la bahía y especialmente el mar es un personaje más y aparentemente no sucede nada, sin embargo hay una serenidad inquietante de fondo. ¿Serenidad inquietante? Ah, pues sí. Que me molan los contrarios y tiene su lógica. Todo transcurre sin altibajos, como si el día se fuera meciendo suavemente al son de las olas. Y sin embargo, desde esa placidez aparente de un día de verano en la idílica bahía de Crescent, algo se mueve por debajo que provoca esa inquietud que comento. Lo que transcurre en la superficie, lo que se estremece por dentro.
Escribía Mansfield en una de sus cartas: “No veo ninguna posibilidad de salvación si no aprendemos a vivir también con nuestras emociones y nuestros instintos, manteniéndolos en equilibrio”. Pues justamente ese es el trasfondo de En la bahía. La invisible lucha diaria buscando un equilibrio entre emociones e instinto. No necesita que suceda nada, simplemente un día transcurriendo, unos personajes viviendo un día de verano, que toman el sol, conversan, miran, se bañan, juegan, interactúan entre ellos, van, vienen. Nada de otro mundo. Suficiente.
Ningún día sucede en vano en nuestras vidas. Lo más banal puede provocar imperceptibles cambios en nuestra marea interior. A Mansfield le basta un solo día y menos de cien páginas para abordar temas como la maternidad, la responsabilidad, el despertar sexual, el matrimonio, la familia, la libertad… No hay nada insustancial en nuestro transcurrir cotidiano, por mucho que sobrevolemos por encima de nosotros mismos intentando simplemente deslizarnos. Un día más. Otro día más. Otro. Otro.
Todos los personajes anhelan vivir, estar tranquilos y felices, y a todos les parece faltar algo. ¿En qué momento se frustra una esperanza? Posiblemente en instantes de apariencia intranscendente, pequeñas decisiones que marcan un antes y un después. La invisible nimiedad que puede cambiar una vida pesa sobre cada personaje como algo ineludible y tan difícil de asir como la propia naturaleza, que con sus luces, sus ritmos, sus vibraciones, sus sonidos, marca los ciclos de la vida.
Hay un contraste evidente entre la naturaleza (vital, fuerte, potente, dominadora) y las personas (insatisfechas, en lucha constante, fracturadas). Solo los niños, no podría ser de otra forma, permanecen aislados de ese poso amargo de los adultos, porque poseen la inocencia y la imaginación necesarias como para formar parte de la naturaleza que les rodea y vivir en el único ciclo vital posible: el aquí y ahora.
Y todo esto, y más, en menos de cien páginas y sin despeinarse. ¡Pues claro que es envidiable el estilo de Mansfield! Leer En la bahía ha sido un bálsamo, un remanso, un respiro, poner mis cicatrices al sol y dejar que los rayos de luz detengan la hemorragia.
Había que tomarse las cosas con tranquilidad, dejarse llevar por la corriente y los meandros de la vida sin oponer resistencia: eso era lo que había que hacer. Aquella tensión constante era perjudicial. ¡Vivir, vivir! Y la mañana perfecta, lozana, hermosa, tostándose al sol, como si se riese de su propia belleza, pareció susurrarle. “¿Y por qué no?”
¿Y por qué no?
Hola Ana
ResponderEliminarAlguna vez hemos hablado tú y yo, sobre libros que no queremos leer o, a revés, lo deseamos. Este libro es para mí el ejemplo de lo retorcido que es el cerebro y lo francamente estúpido que resulto ser a veces. Esta autora y "en la bahía" son parte esencial de un recuerdo de cierta persona a la que asocio indisolublemente a ambos, y que, por diferentes razones, se ha disuelto del estrecho espacio que resulta ser una vida armonizada. De resultas de ello ambas cosas, circunstancia y libro/autora, están tan unidos que su recuerdo es común, por lo tanto sujeto a ser encerrado en el mismo compartimento del cerebro. Y lo cierto que Katherine es una autora de cuentos a la que querría leer en sus “cuentos completos” en una excursión que nació con la lectura de los cuentos completos de Amy Hempel, Katherine Ann Porter, Grace Paley, Eudora Welty, Flannery O´connor, y que iba a acabar con ella, pero... Puedes vencer al frio , al calor al miedo al dolor, pero no a la estupidez, al menos la mía.
Un abrazo
Hola Wineruda. No sabes cómo te entiendo... Esas conexiones que toman terreno en nuestro cerebro y se empastan tanto en él que acabamos asimilando como realidades necesarias... A mí me ha pasado, seguramente me vuelva a pasar, pero ahora mismo, en esta remontada en la que estoy, tengo clara una cosa: que en este proceso desparasitaré, despiojaré, recuperaré mis espacios libres de todo aquello que me impida, me limite, me coarte... Como quitarse unos molestos piojos de encima, unas garrapatas emocionales que nos chupan la sangre. No. Tengo claro que no. Esas son mis pequeñas victorias, y aunque duelen, he decidido saltar los precipicios con amor propio, como ya comenté. Doloroso, pero necesario.
EliminarA despiojar, Wineruda.
Un abrazo
Hay una frase (google me dice que su autor es Sartre) que dice que “la felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace". No sé la felicidad, se me escapa el concepto, pero sí creo que sentirse cómoda con la vida que una tiene, con las personas que te rodean y con ese ser que quieres ser; querer y hacer el esfuerzo por salir adelante; buscar siempre la mejora hace la vida amena y en ocasiones gozosa. Vivir es azaroso y la vida es repetitiva, nosotros pretendemos controlarla y convertirla en algo único que sólo nos pasa a nosotros. Cada vez me doy más cuenta que la vida tiende a ser más armónica de lo que pensamos, que muchas cosas se resuelven de manera natural. No siempre, claro, a veces hay que empujar un poco los acontecimientos, pero siempre con la idea de tener claro qué es lo que uno busca, persigue y quiere.
ResponderEliminarInteresante propuesta, me la apunto. Me gusta la última cita que has puesto: lo que tenga que ser será y si no tiene que ser, no será.
Abrazo.
Mira que me gustan las citas, pero últimamente evito ciertas que me suenan como sentencias que terminan por ser una losa si no eres capaz de asumirlas como ciertas para tu vida. En cualquier caso sí que estoy de acuerdo con el concepto de "comodidad", la felicidad es algo muy moldeable, sin duda, pero parece incompatible con la incomodidad. En realidad la vida es muy simple, y posiblemente la felicidad también. Así que adivina de dónde vienen las complicaciones ;)
EliminarY empujar, constantemente, o en determinados momentos, me parece necesario. Algo hay que mover para que algo se mueva.
Un abrazo
He leído hace poco un libro, "El mar" de J. Banville y suenan tan parecidos. Ha sido una lectura intensa, exigente, pero ha dejado un poso y conforme iba leyéndote volvía una y otra vez a mi cabeza. Tomo buena nota de tu recomendación.
ResponderEliminarSaludos!
Fíjate que de Banville el libro que citas es el que tengo más claro que leeré, todos los demás suyos pueden tentarme por la fama del autor, pero como libro el que realmente me tienta es ese: "El mar". Como no lo he leído no sé si tiene espacios en común con este, pero en algún momento lo comprobaré, seguro. Como igual llegas tú antes a este ya nos lo contarás :)
EliminarUn abrazo
¡Otro faro! Acabo de llegar de "La niña del faro" y me encuentro con un nuevo y apetecible viaje.
ResponderEliminarA veces las coincidencias son mágicas.
Que conste que en el libro no aparece ni un faro :) Pero mi concepto de ambientación para el libro incluía uno, quizás porque, como farera que soy (farera sin faro), todo lo que se ambienta en el mar, contiene un faro. Incluso donde no hay mar.
EliminarEn este blog te encontrarás muchos faros, y de muchos tipos. Eso sí que no va a ser coincidencia (o sí), sino necesidad (en mí)
Un abrazo
Ésta la tengo que leer. Gracias por recordármelo. Un beso.
ResponderEliminarEs cortito, pero una genialidad. Literariamente Mansfield fue una de las grandes de los relatos y cuentos, pese a que tuvo una vida tan corta...
EliminarUn abrazo
Pues no me llamaba mucho, al menos en estos momentos, pero no sé, me has picado con la curiosidad y si además no es muy larga, es que me la tengo que llevar apuntada.
ResponderEliminarBesos!
Son menos de cien páginas, pero a veces hay páginas que hay que leer despacio, saboreándolas, dejándose empapar de lo que realmente se está contando sin que parece que se esté contando.
EliminarUn abrazo
Me has picado la curiosidad. No conocía el libro, y mucho menos la amistad entre ambas escritoras. Tomo nota.
ResponderEliminarUn beso ;)
Con ciertas escritoras y escritores cuya vida ha sido tan apasionante como su obra, es inevitable encontrar conexiones curiosas que al final van llevándote, como lectora, de unos libros a otros, de unos autores a otros...
EliminarUn abrazo
¡Bien! Ana: )
ResponderEliminarDe nuevo la sabia (léase libros) fluye por tu blog. Te leo y me digo : por una vez, bendita rutina.
Siempre me ha asombrado la capacidad que tienen determinados escritores, escritoras, de condensar toda una novela, su historia, su relato, en un solo día. Esa habilidad de aglutinar en un día la dimensión de toda una existencia, es una filigrana propia de autores con mucho talento, ya se trate de Mansfield con esta novela corta o de la monumental “Ulises” de Joyce.
Bello:
“(…) pocas cosas son más verdad que los primeros rayos de luz de un amanecer.”
Esa palabra que me anunciabas como preludio de un acontecimiento inminente; Bahía. Palabra cuya sonoridad me encanta, porque me relaja, es un sonido sin asperezas para los oídos.
Y el mar. Aún retengo el aroma del Cantábrico, y no es que haya ido últimamente… O tal vez sí, porque haber leído Santhi Andía, hace muy poco, es otra forma de estar ahí, de contemplarlo, de conmoverse.
Qué tendrá el mar de Baroja, o el de Mansfield, qué tendrá el mar, que contemplándolo tanto te cuenta de ti mismo.
Espero encontrarme con Mansfield, bueno, ya me encontrará ella...
Un abrazo marino :)
Hola Paco: Bendita rutina, si eso conlleva sonrisas.
EliminarEso es lo que valoro, entre otras cosas, del relato breve, cuento, o como se quiera llamar, incluso de la poesía también: ese atrapar en pocas páginas tantos conceptos, ideas, sentimientos. A mí me resulta muy potente y sugerente. Y más aún teniendo en cuenta que la síntesis es algo de lo que yo carezco y solemos sentirnos fascinados por aquello que anhelamos porque no tenemos.
Y, sí, es verdad... esos primero rayos de luz, el sol dándose paso a sí mismo, eso sí que es bello y sí que es verdad. Me encantan esos amaneceres y sentir cómo mi piel se llena de esa luz, aparentemente tímida y, sin embargo, tan poderosa.
Jajajjaja, ahora entiendes porqué cuando mencionaste lo de la bahía me quedé como... ¡¡guauu!! Y también porque, como tú, ese una palabra que me encanta, por todo lo que la envuelve, de paz, de acogimiento, de inmensidad (y de faros, claro).
¿Qué tendrá el mar? aunque para mí es LA mar, y es el Cantábrico, su bravura indomable e inquebrantable, esa fuerza que admiro y que contemplo como quien la acepta y la envidia a la vez.
Será un bonito encuentro, Mansfield y tú :)
Un abrazo de viernes raro
Me recuerdas que tengo que leer a esta autora. Y si este libro me gusta solamente la mitad de lo que me ha gustado leerte me quedo ya muy contenta. Qué placer parar por aquí otra vez y dejarme seducir por tus palabras...
ResponderEliminarBesotes!!!
Margari, te gustará, sin duda. Creo que hablar de relatos, o cuentos, es hablar de Mansfield, a la que no solo Woolf (nada menos) envidiaba su estilo. A saber cuántas grandes obras nos hemos perdido por su muerte tan prematura, porque estoy segura que hubiera alcanzado unas cotas de calidad (las alcanzó, de hecho) espeluznantes.
EliminarUn abrazo
Llego tarde y como siempre tras leer tu reseña y los comentarios/ respuesta que la acompañan , nunca sé que decir y el caso es que quiero decir. Así pues pese al "pacta sunt servanda" me tendrás que morder pues te arrojo un gracias nuevamente. Por volver y por contar como lo haces. Leeré este relato de Mansfield y tan solo por una frase que tú has escogido
ResponderEliminarY la mañana perfecta, lozana, hermosa...
Un Abrazo.
Miki, aquí nunca se llega tarde. El tiempo en los blogs, al menos en este, tiene otra dimensión, detenida, "acordeónica", hacia adelante y hacia atrás, flexible. Ya veo que eres de espíritu rebelde, jajaja (y qué bien que sea así), o tal vez de espíritu masoquista y estés deseando que te de una dentellada, jajaja. Pero sabes que soy como esos perros ladradores y poco mordedores, y que cambio mordiscos por abrazos con facilidad (y convencimiento).
EliminarQue tengas un día así, perfecto, lozano y hermoso... ¿por qué no?
Abrazo fuerte.
La sinopsis en sí sin desvelar casi nada ya invita a leerlo. Y qué decir de la primera cita que nos dejas.
ResponderEliminarTu reseña me ha parecido inquietantemente serena. A mí también me gustan lo aparentemente contradictorio y le encuentro su extraña lógica.
Un abrazo.
Ya que mencionas la sinopsis... la verdad es que es de esas que hay que hacerle los honores que le corresponden. No sólo porque no desvele nada, sino también porque refleja el tono y el estilo de lo que resume. Al César lo que es del César.
Eliminar"Inquietantemente serena", jajajajaj... perdona... pero creo que me defini ahora mismo perfectamente ;)
Las contradicciones, los contrarios... ya sabes que es una de mis debilidades. Y es que siempre hay una coherencia entre los opuestos, entre los contrarios, que hace que no tengas que renunciar a ninguna de las dos caras de la moneda. Es esa extraña, y sobre todo personal, lógica que mencionas. Nos entendemos :)
Un abrazo
Me alegro mucho de volver a leer una nueva reseña y de que su blog siga en marcha.
ResponderEliminarEsa vehemencia con la que lo lee y con la que lo cuenta, es un incentivo para quienes pasamos por aquí.Siga con nosotros...invitándonos a leer y a emocionarnos...nada mejor.
Un abrazo
Gracias... Esa vehemencia va en mi código genético, por lo que parece, lo que me ha traído no pocos problemas pero también grandes emociones y situaciones. Si en este caso, y aplicado a lo que leo y a lo que cuento, supone un estimulo (¡y una emoción!) para quienes por aquí pasáis, es una razón más para que sí, siga aquí. Dónde voy a ir que mejor esté ;)
EliminarUn abrazo.
Hola Ana
ResponderEliminarMe han gustado esa lucha diaria que cuentas que buscan los personajes, ese equilibrio, como lo llamas, entre emociones e instinto. Al final es así como todos intentamos vivir la vida, unas veces se acierta más y otras menos, pero siempre en esa búsqueda de equilibrio,
Hay libros en los que no se necesita que suceda nada, igual que a veces en la vida, simplemente ese ir transcurriendo los días, a veces...eso es necesario y suficiente.
Recuerdo que me pasó con los Aires difíciles de Almudena Grandes, que tenía esa sensación de ir transcurriendo los días, y no quería que se acabara.
Uno a veces necesita ese tipo de lecturas que lo sosiegan y recuperan. ¡Qué sabios son los libros!
Un beso guapa
Una lucha que se libra todos los días, Conxita, aunque a veces no la "oigamos".
EliminarMencionas los "Aires difíciles", un libro que recuerdo perfectamente, porque creo que fue en el que Almudena Grandes me agotó. No es que no me gustara, me encantó, pero termine como con sobredosis, no sé explicarlo. Desde entonces no he vuelto a leer nada de Almudena Grandes, aunque he ido comprando todo, porque sé que cuando me desintoxique volveré a disfrutar de esas lecturas.
Un abrazo
No he leído nada de ella, pero ese transcurrir a la orilla del mar me ha recordado a Las olas de Woolf que leí hace muchísimo tiempo. He pensado que, quizá, ambas novelas cuenten lo mismo, nada en realidad, solo la descripción de un instante, pero una con la prosa más alambicada que la otra. Si has leído ambas, me gustaría conocer tu opinión.
ResponderEliminarPor cierto, he decidido leer cuanto antes algo de esta autora, ya estoy tardando.
Referencia de muchos escritores, Mansfield en verdad escribía con gran fortaleza narrativa. Quién sabe cuántas obras geniales nos hemos perdido por haber tenido una vida tan corta, pero con tiempo suficiente para dejar muestras magistrales de lo que era capaz esta escritora, mujer y transgresora.
EliminarCuando Woolf escribió "Las olas" (unos 9 años después de este "En la bahía"), ya envidaba el estilo de Mansfield, quien influyó mucho sobre Virginia puesto que durante su breve amistad (no exenta de rivalidad) Woolf no había madurado todavía su estilo. Saber cuánto de Mansfield hubo en Woolf (y viceversa) no sé si es posible saberlo, supongo que la una fue para la otra un paso necesario para construir su propio estilo narrativo.
En realidad no es que no cuenten nada, lo cuentan todo. Ese todo que hay detrás la aparente nada. Personalmente, eso me parece una genialidad al alcance de muy pocos. Salvo que seas Mansfield o Woolf :)
Un abrazo
Querida Ana, seguro que te darán ganas de abofetearme cuando te diga que no he leído nada de Mansfield. Pero no me des muy fuerte, porque pienso poner remedio después de leer tu reseña. Tomo nota del título y lo dejo el primero de la lista. Abrazos.
ResponderEliminarQuerida Marisa: Si supieras las pocas ganas que tengo de abofetear a nadie... :) No es imperdonable no haber leído a Mansfield, como no lo es no haber leído a tantos autores. No nos da la vida. Que las editoriales saquen estos relatos, cortos, magistrales, nos ponen al alcance saldar esas deudas acercándonos al menos a algo breve, pero bello.
EliminarAbrazo, que no bofetón.
Tenía a Mansfield como una escritora de estilo denso; de hecho, más de un estudiante de letras la ha tildado de 'aburrida'. Tú vienes y la desmitificas. Y yo, que cuento con un par de títulos suyos, pondré alguno más cerca de aquellos que han de ser leídos en breve.
ResponderEliminarGracias por regalarnos tu regreso y tus siempre emotivas líneas.
Un abrazo grande.
Densa no es la palabra con la que yo definiría a Mansfield. Y mucho menos aburrida :) Que no digo que no haya a quien se lo parezca, pero creo que en este caso es más la mirada de quien lee que el estilo narrativo de Mansfield. No es una escritora que haya transcendido por casualidad. Tampoco una autora a la que temer, pero creo que eso ya me lo vas a contar tú cuando te animes a leerla :)
EliminarUn abrazo grande.
Pues me la llevo apuntadísima, un descubrimiento muy interesante =)
ResponderEliminarBesotes
Es una "genia" del relato corto, sin duda una referencia necesaria.
EliminarUn abrazo
Me alegra que recomiendes este libro porque no he leído nada de la autora y quizás un relato así me permita estrenarme y hacer una buena primera toma de contacto. Mi próximo objetivo es ponerme con Virginia Woolf, pero esta escritora pasa a mi lista de pendientes. 1beso!
ResponderEliminarLectura obligada (tanto este relato como cualquier otro de ella) para quien le guste los cuentos y relatos cortos. Y Woolf será también una buena acompañante. Fantástica. Espero no tardar en traer algo suyo por aquí, aunque ahora mismo me tientan más sus ensayos que releer sus novelas. Ya veremos, lo que el cuerpo me pida ;)
EliminarUn abrazo
Es un autora que tengo pendiente desde hace mucho, y por lo que parece, el libro es de los que me apetece leer ahora.
ResponderEliminarBesos:)
Pobre Mansfield, la tenéis pendiente un montón de gente :D Como lo suyo era el relato corto la verdad es que es fácil acceder a uno de ellos en cualquier momento. Son lecturas muy agradables.
EliminarUn abrazo
De nuevo me descubres una autora desconocida para mí, Ana. Otro faro en el camino y tú, la luz que lo alumbra. Gracias por la reseña, por escribir y por el color verde que me he encontrado al llegar. ¡Es mi color! Un besote.
ResponderEliminarIzaskun, a ti que te gustan los relatos breves, los cuentos... Mansfield es necesaria en tu camino, sin duda :)
EliminarEl color verde también es mi color preferido, no podía ponerle otro en esta reconquista de mi blog
Un abrazo
Sabía de Mansfield por Woolf, pero nada más, no he leído nada suyo.
ResponderEliminarMe sorprende esta frase: La invisible lucha diaria buscando un equilibrio entre emociones e instinto. Siempre he considerado que las emociones son más instintivas que racionales y que la lucha se suele producir entre einstinto y racionalidad (al menos es mi lucha particular).
Me alegra que tus heridas sanen con el sol del amanecer, una imagen muy bella y potente.
Feliz 8 de marzo!!
Abrazos!!
Bueno, soy psicóloga, esos matices que diferencian emoción de instinto me los conozco bien porque lo necesito para mi trabajo :) Es un nivel de conciencia, hay menos consciencia de lo instintivo, mientras que de las emociones sí tenemos conciencia de ellas. Un poco chapucero explicado, pero los tiros van por ahí.
EliminarLos amaneceres me encantan, más aún si es un amanecer despejado :)
Un abrazo