lunes, 18 de diciembre de 2017

Al faro (Virginia Woolf)

Título original: To the Ligthhouse
Traductor: Miguel Temprano García
Páginas: 254
Publicación: 1927 (2011)
Editorial: Lumen
Sinopsis: Al faro es una de las obras cumbre de la literatura del siglo XX. Basada en la propia infancia de la autora, la novela cuenta la historia de la familia Ramsay en la isla escocesa de Skye en el período de entreguerras. El rumor del mar, la presencia insomne del faro, la guerra, la muerte, el erotismo o el transcurso del tiempo se entreveran en la larga conversación de la novela formando un oleaje de símbolos, palabras e imágenes.
Puedes empezar a leer las primeras páginas AQUÍ.

Nuestra apariencia, las cosas por las que se nos conoce, es meramente pueril. Por debajo todo es oscuro, vasto y de una profundidad insondable; solo de vez en cuando salimos a la superficie y eso es lo que ven los demás.
Hora de traer a Virginia Woolf al blog. Con la conciencia de que todo está dicho de ella y del respeto que me causa comentar un libro suyo, he elegido una relectura, Al faro, porque (además de razones en clave personal) cuando leí el libro en su momento no sabía lo que ahora sé. No sabía que era tan autobiográfico, no sabía que había sido tan catártico para Virginia (lo escribió después del fallecimiento de su madre, y según sus propias palabras: ”dejé de estar obsesionada por mi madre. Ya no oigo su voz, ya no la veo”) y no sabía que el personaje de Lily Briscoe era el alter ego de Woolf. Así que volver a leerlo era hacer una lectura nueva. Ese asombroso don de los libros: volver a ellos como si fuera la primera vez. 
¿Quién podía saber qué perduraría…, en literatura o en cualquier otra cosa?
Virginia Woolf es toda una referencia y un símbolo, quizás porque en su persona se aglutinan temas universales: feminismo, locura, abusos sexuales, homosexualidad, suicidio, literatura, matrimonio convencional, conflictos… Y todos esos temas aparecen en sus obras, sin ningún tipo de cortapisa ni encorsetamiento; tal vez sea ese uno de los aspectos más atractivos para mí de Virginia: que se movía en los márgenes, fuera de las convenciones y de lo común. Y eso, en su época y siendo mujer, resulta tan extraordinario como deslumbrante. 

Creo que no digo nada nuevo (¿cómo decirlo, hablando de Virginia Woolf?) si digo que para ella era necesario escribir, sentirse libre para escribir. El cuarto propio tan mencionado y que no es únicamente un espacio físico, sino también el sustento económico, la libertad, el tiempo, la ausencia de presiones… Pues bien, Virginia empezó a construir esa habitación propia en el momento en que falleció su madre primero, y su padre después. El fallecimiento de sus padres fue una liberación para ella: le permitió escribir. Aunque idealizaba, con buena dosis de fascinación, a su madre, que tenía una gran influencia sobre sus hijos, no compartía su modelo de mujer ni sus convencionalismos (propios de la época).
Una luz aquí requería una sombra allí.
La primera vez que leí Al faro, repito, no sabía tanto de Virginia Woolf. Pero sí advertí que estaba ante literatura de la de letras doradas y luminosas, universal, y que leer a Virginia es una experiencia vibrante. Recuerdo la sensación de que era como un arroyo, sin pausas, sin descanso, en movimiento constante, un torrente de sensaciones.

En esta relectura aunque intento otra pausa, otro ritmo, no puedo evitar sentirme arrollada por la tremenda sensorialidad de lo que leo, una sensibilidad desbordante que me remite de forma decidida al personaje de Lily Briscoe (recuerden, el alter ego de Virginia), siempre pintando, siempre dibujando, siempre trazando líneas, formas, figuras, mezclando colores, dando forma a lo que ve y a lo que siente/piensa a través de lo que dibuja.

No me parece casual. Porque Virginia Woolf escribe como si pintara un cuadro: crea texturas, presenta contrastes luces/sombras, superpone colores y claros/oscuros, marca líneas y zonas distantes, combina tonalidades y planos, no mezcla colores de forma innecesaria… Busca recrear el espíritu, pero sin olvidar la forma. Como si fueran los trazos abstractos de las pinceladas, consigue expresar su sentimiento personal, su estado espiritual. El resultado es una narración tan poética como llena de sentimientos y pensamientos constantes.
¿Qué sentido tiene la vida? A eso se reducía todo: a una pregunta muy sencilla, que se iba volviendo más acuciante con el paso de los años. La gran revelación no se había producido. Tal vez no llegara a producirse nunca. En cambio, había pequeños milagros cotidianos, iluminaciones, fósforos que se encendían inesperadamente en la oscuridad […] En eso consistía la revelación. En que había forma en mitad del caos, en que aquel fluir y devenir eterno (contempló las nubes que pasaban y las hojas que se estremecían) a veces se transformaban en estabilidad.
No creo que nadie acuda a una lectura de Virginia Woolf esperando que haya acción. Suceden cosas, claro. Pero lo que suceden son percepciones, experiencias, vivencias, pensamientos, reflexiones, gestos… Es recrear una mente cualquiera en un día cualquiera, con todos los estremecimientos, sacudidas y estímulos que recibe, en un fluir constante y vaporoso que, no obstante, Virginia Woolf sabía captar, plasmar y recrear de forma ejemplar y única. 

Muchas de las reflexiones y preguntas que se planteaba la propia Virginia están ahí: el sentido de la vida, la imposibilidad de conocerse absolutamente los unos a los otros, la imperfección de las relaciones humanas (especialmente entre hombres y mujeres), el transcurso del tiempo, la inamovilidad de los objetos, la maternidad, la memoria de la infancia, la insensibilidad y la fuerza de la naturaleza…
Ella no aspiraba al reconocimiento, sino a la unidad, no quería descifrar las inscripciones de las tablas, ni nada que pudiera escribirse en un lenguaje humano, sino alcanzar la intimidad en sí misma, que es una forma de conocimiento.
Evidentemente, la señora Ramsay (alter ego de la madre de Virginia) es el corazón y los pulmones de Al faro, así como el señor Ramsay y el dolor y la compasión que impone a sus hijos cuando su mujer fallece. Pero nada es tan simple. Como no lo es alejarse de las personas que te importan.

Observadora sagaz, Virginia Woolf desborda en Al faro una narrativa impecable, brillante y abrumadora, poniendo forma a las dimensiones invisibles y oscuras del ser humano, los destellos que iluminan una vida, las distancias que unen y separan a las personas. El transcurrir de las experiencias interiores, intimas, los pensamientos profundos, constantes, repetidos, modificables, no parecen fáciles de encapsular en palabras puesto que no tienen un flujo lineal, pero es Virginia Woolf y transmite todas las capas, todas las tramas, todos los temblores y matices. No me preguntéis cómo lo hace. Es Virginia Woolf.
Y volvió a sentirse sola en presencia de su vieja antagonista, la vida.

15 comentarios:

  1. Maravilloso artículo, Ana, crítica literaria de altura. Muy personal y poético pero también documentado y sabio. Aunque todos los tuyos lo son, ¡enhorabuena!
    Tenemos gustos similares, pero el mundo de los libros es tan vasto que rara vez tengo algo que aportar aquí. Esta ha sido una buena ocasión.

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    1. Gracias :) No es fácil comentar un libro de Virginia, la verdad. Y aunque soy más de sus ensayos que de sus novelas, todo lo que esa mujer escribió está a otro nivel.

      Es verdad que tenemos gustos similares, y también que el mundo de los libros por las redes sociales es muy amplio, yo aporto poco fuera de este mi rincón, aunque me paso por algunos de vuestros rincones y aporto también poco, o lo mucho que aporta el silencio y la lectura.

      Un abrazo.

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  2. Para mí, Virgina es siempre fabulosa, pero en esta obra logra además hacernos estremecer con los recovecos del alma que siempre ocultos están al acecho...la adoro.
    Mil besitos.

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    1. Virginia está en otra liga, desde luego. Yo no sabría elegir solamente un libro suyo. Es que me interesa todo lo que esa mujer generó y escribió, incluyendo su propia vida.

      Un abrazo.

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  3. He leído un par de veces "La señora Dalloway" y leí también "Flush". Tengo ganas de hacerlo con "Una habitación propia" y esta de la que, de forma tan tentadora, nos hablas hoy.
    En Virginia Woolf pasan muchas cosas. Sus personajes, por lo poco de ella que he leído, son volcanes en erupción en cuyas cabezas bulle el magma a punto de explotar. Esa idea me quedó de "La señora Dalloway" porque de "Flush" apenas recuerdo nada, más allá de que era un perro, de los años que hace de que la leí. No hay acción externa, pero sobra la acción mental en los personajes.
    Un beso.

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    1. No he leído "Flush", que parece una obra menor de Virginia, pero le tengo curiosidad, la verdad.

      Los personajes de Virginia son la acción. Sus pensamientos, sus silencios, sus gestos, sus decisiones. Es excepcional cómo Virginia se mueve por esos recovecos de la mente. Y cómo lo cuenta...

      Un abrazo.

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  4. A ver, te dicen faro y Virginia Woolf y ya te tienen medio ganada a ti. Con la Woolf me pasa que me gustaba mucho todo lo que escribía sobre lo que pensaba, cómo entendía el mundo, su manera de combatir...pero luego con sus novelas no me he acabado de entender, no sé por qué. Mira que me fascina como mujer, como persona quiero decir, pero luego sus creaciones parece que no las he abordado en el momento adecuado. Pero no pierdo la esperanza, algún día nos encontraremos.
    Este Al faro, sí sabía que era así. Tengo un libro suyo, Vida de una escritora, que son sus diarios, que me gusta muchísimo y donde ella dice que "el verdadero placer es escribir y no tanto ser leída", solo con eso a mí ya me tiene en la mano. Pero además cuenta muchas cosas que me hacen verla como figura fascinante. Y también habla mucho de su trabajo y de su método.
    Algún día será.
    Abrazos

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    1. Jajajjaaj... está claro ;) Aunque ya me tenía ganada, por eso fue la relectura que elegí, y eso que tengo algún libro suyo por ahí sin leer. A mí, acabo de comentarlo, me gusta más leer los ensayos y diarios y reflexiones de Virginia que sus novelas, pero es que en sus novelas reflejaba mucho todo lo que a ella le bullía.

      Y no puedo estar más de acuerdo con la cita que traes de Virginia, de que el verdadero placer es escribir y no tanto ser leída. Precisamente hace unos días hablaba con alguien que siente exactamente así, y que por eso es para mí de las mejores escritoras que hay en el panorama nacional ahora mismo (y hay bastante buen nivel en estos momentos)

      Algún día será, seguro.

      Un abrazo.

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  5. Qué preciosidad de reseña! De esta autora leí hace años La señora Dalloway, que me gustó. Pero me quedé con la sensación de que a veces perdía cosas, que no captaba la esencia de todo. Quizás por eso no he vuelto a animarme con ella. Y creo que ya es el momento.
    Besotes!!!

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    1. Gracias, Margari. Es que esa sensación no es rara con Virginia, porque no daba puntada sin hilo y todas sus frases tenían un sentido, quizás porque hablaba desde el interior y ahí ocurren tantas cosas...

      Un abrazo.

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  6. Veo que vas concluyendo tu año lector subiendo decibelios..., nada menos que V. Woolf.

    Es cierto que con una escritora así parece todo dicho, como bien dices, pero a la vez nos provocan la sensación, revisitando su obra, que está todo por decir. Es lo que tiene la gran literatura, el significado de sus palabras nunca se agota.

    Sabes tomar sabias decisiones :)
    Un abrazo, Ana.

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    1. Paco, pues si te digo la verdad ando como pollo sin cabeza con mis lecturas. No sé bien qué ando buscando, pero bueno, ahí sigo. Sin parar de leer y con un montón de lecturas comentadas pendientes de compartir.

      Lo que no me cabe duda es que volver a leer "Al faro" ha sido como leerlo por primera vez, si ya me pareció grande la primera vez, esta me ha parecido enorme. Siempre le sacas lectura a Virginia, aunque vuelvas una y otra vez a los mismos libros.

      Uf, qué va, lo que peor hago es decidir, Paco :D

      Un abrazo grande.

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  7. Enhorabuena por la entrada has hecho una radiografía fantástica de V. Woolf. Yo no he vuelto a leerla desde que leí Las Olas, un libro que todavía recuerdo y recomiendo. Besos

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    1. Es que a Virginia hay que dosificarla, fíjate que era relectura y ha sido como si no hubiera leído ya "Al faro". Le he sacado mucho más. Y seguro que si dentro de unos años vuelvo a este libro, lo sigo exprimiendo. Eso es la generosidad de Virginia.

      Un abrazo.

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  8. Hola, Ana. Coincidio contigo en que para Virginia Woolf escribir era una catarsis. Esto le ocurre a mucha gente, pero ella le pudo sumar su talento, cultura y mirada inteligente. Es curioso que pusiera a caldo a Joyce, siendo tan parecidos (excepto en los temas). Su increíble sensibilidad me desborda y no dejo de sentirme a gusto, como en casa, cada vez que la leo. Es una literatura hecha para personas que vivimos más hacia dentro, donde la acción ocurre constantemente, pero en nuestras cabezas.
    Aprovecho este breve comentario para desearte un feliz 2018 y unos Reyes Magos cargados de libros (¿La señora Dalloway la has leído?).
    Un abrazo.

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