Me ha costado. Hay ausencias que me duelen pero están conmigo. Esta es mi lista de lecturas preferidas del 2019:
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Si no, el invierno. Fragmentos de Safo (Anne Carson): Porque siento que es el mejor homenaje a la poesía. Quién, si no Safo de la mano de Carson.
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Tres senderos hacia el lago (Ingeborg Bachmann): Porque hay caminos que se hacen sola.
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La suerte de Omensetter (William H. Gass): Porque para esto, para esto leo. Demencial obra maestra.
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La pasión según G.H. (Clarice Lispector): Porque con Lispector siempre remuero y siempre revivo.
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Bartleby, el escribiente (Herman Melville): Por el dolor escondido en la soledad, preferiría no tenerlo.
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La compasión difícil (Chantal Maillard): Porque me culpo (no como causa, sino como consecuencia), y porque empiezo a perdonarme con la compasión más difícil.
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Física de la tristeza (Gospodínov): Porque temblé al recorrer este laberinto de tristeza.
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Cartas a Sandra (Vergilio Ferreira): Porque me partió en mil pedazos y cada pedazo se partió en otros mil.
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Voss (Patrick White): Porque una novela de aventuras y amor puede atravesar los desiertos del alma humana.
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Un simple vestido de fiesta (Bobin): Porque nunca has sido tú la causa de mi soledad. Y porque Bobin jamás hiere.
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Memoria de elefante (António Lobo Antunes): Porque así leo, buscando y encontrando luz donde otros ven tristeza y complejidad. Me ayuda a existir.
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Diarios (Eugène Ionesco): Porque me hizo elegir entre pena y remordimiento. Por el asombro de ser(se).
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Contar es escuchar (Ursula K. Le Guin): Por la escucha. Me acompañó y me cobijó.
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El nombre en la punta de la lengua (Pascal Quignard): Porque leo a Quignard para sobrevivivir y porque la lectura no es una experiencia tranquila.
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Tipos de agua (Anne Carson): Porque cada viaje son muchos viajes y yo los estoy viajando todos.
Obras completas (Sarah Kane): Porque “todo acto es un símbolo cuyo peso me aplasta”. Porque a las 4.48 me desperté y me salvé. Una vez más.
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Os deseo lo mejor en el 2020 y que lo mejor sea lo correcto.