Traductor: Javier Guerrero
Páginas: 184
Publicación: 1983 (2016)
Editorial: Sexto Piso
Sinopsis: Oscuridad total es una historia de amor, o, lo que es lo mismo, de desamor y ruptura, sobre la desorientación y el vacío que siguen a todo final, pero alejada de todos los clichés al uso, y con una concepción y una escritura que siguen sorprendiendo por su absoluta modernidad. ¿Cómo enfrentarse a un mundo caótico, a un presente mutable y voraz cuando se tiene el corazón roto? Aunque la protagonista, Kate Ennis, posee las nada desdeñables armas de su afilada inteligencia, de su sensibilidad, de su humor y de su innegociable autonomía, todo son pecios en un vastísimo mar nocturno. No se explicitan demasiado los porqués, sólo se insinúan los efectos, que asoman y reverberan aquí y allá, en las experiencias del día a día, en excursiones de pesadilla o vivencias surrealistas, para añadir un matiz de desasosiego e incertidumbre.
Puedes leer las primeras páginas AQUÍ
Mira, sí, te amaba.
Resoplo. Qué libro más difícil. ¿Cómo comentarlo? Hasta la propia definición de “escritura fragmentada” es confusa para mí, entendiendo que hace referencia a un tipo de estructura literaria en la que los fragmentos constituyen una totalidad. Soy simple, así que entiendo que este tipo de escritura es la que me fragmenta a mí, como lectora. No necesariamente me despedaza, pero cada pedazo es como una galletita china con su mensaje incluido, que me puede resultar más ajeno o más cercano. Y que te da un mordisco a ti en lugar de tú a ella.
¿Sabes? Eres, fuiste lo más parecido que tuve en mi vida a una historia real.
Resulta inevitable hablar de desamor, parece la consecuencia lógica e inevitable del amor. Solo quien ha amado con vehemencia vive el desamor así: devastador, arrasador. Parece no haber nada más. No se progresa. Se muere en vida. A veces el desamor hasta puede ser más penetrante que el propio amor porque nos confina en un cuarto oscuro en el que nos enfrentamos con nosotros mismos. Un combate duro, sin duda. Un aprendizaje necesario.
Él supo que ella lo había dejado cuando vio que empezaba a fumar otra vez.
¿Es aquí donde empieza?
No lo sé. No sé dónde empieza. Aquí es donde estoy.
[…]
¿Entonces él supo que ella lo había dejado?
No lo supo, no lo había dejado. No enseguida o solo al principio.
Renata Adler es como una trituradora. No lo pone fácil. Porque el interior de las personas no lo es, es confuso, caótico, fragmentado, discontinuo, desorganizado. Así que no queda otra que enfrentarse a esta lectura desde el interior de una misma, leer entre líneas, hacia delante, hacia atrás, buscar el armazón, el hilo conductor que al final es la propia Adler, la oscuridad, el desasosiego. No es la protagonista, Kate, quien es abandonada. Es quien abandona. Entonces ¿por qué esa zozobra, por qué el corazón roto? Precisamente por eso. Precisamente por eso… ¿Qué abandonas cuando eres tú quien rompe una relación? La realidad es cruel. Es lo que hay.
Pero también podría confesar de una vez que, aunque te amo y verte me cambia el humor y el día, en ocasiones temo, no sé de qué otra manera decirlo, en ocasiones temo esa especie de visita que me haces.
En la página 56 Renata, a través de Kate, nos pide confianza, que nos quedemos con ella. Está sola. Tiene mi confianza, así que avanzo por la lectura intentando desbrozar cada párrafo, cada fragmento. Porque ya tengo mi clave, no la que sirva a todos los lectores, pero sí la que me sirve a mí: las razones por las que Kate se va, se ha ido hace tiempo. Porque estaba sola en la relación. Sí, a veces dos no es compañía. A veces dos es una soledad y una renuncia demasiado grande. Y optas por amar la belleza y la calma. En soledad.
Renata Adler escribe para ella misma. Se encripta deliberadamente porque así es el alma humana: necesitamos claves para descifrarnos. Y para que nos descifren. Así ofrecen algunas personas su verdad, enmarañada en jeroglíficos, engaños, laberintos, contraseñas, huidas, revestimientos, adornos...
No siendo fácil transitar por este libro, sin embargo una vez concluida su lectura estoy más que satisfecha. Como si hubiera leído varios libros en uno, lleno de reflexiones inteligentes y sensibles, de verdades sinuosas y hondas, de una mirada muy lúcida sobre qué nos mueve, de qué huimos, lo que nos rodea, cómo nos comportamos… Es verdad, exige mucho del lector, como lo exige toda sinceridad que se muestra desnuda y sin ambages. De esa sinceridad se suele huir. Y yo aprecio esa sinceridad brutal, real, incluso descarnada, como si alguien me soplara en la nariz aliento de vida.
Renata Adler es brillante. Deslumbra. Lucha con sus demonios y nos muestra esa lucha ¿cómo exigirle que nos lo dé masticado? Y si se te atraganta la lectura, Muriel Spark, en un inteligente posfacio, ya lo mastica por nosotros.
Recuerda todo, dijo, recuerda todo, fuera de contexto, y luego reflexiona.
No olvides. Recuerda todo. Reflexiona.
Se ve intensa, desafiante, incluso desquiciante en ocasiones por lo que te he leído, pero parece ser de esas lecturas distintas y singulares que tanto me gustan.
ResponderEliminarMe lo apunto, me ha gustado.
Muchos besitos 🐞🐞🐞
No sé si es más exigente que intensa o al revés o ambas cosas. Desquiciante no me lo pareció, aunque sí que a veces he tenido que volver hacia atrás para volver a pillar el ritmo adecuado.
EliminarUn abrazo
Me parece que ahora mismo no me alcanza la cabeza para un lectura así, demasiado personal. Es que eso de meterse en el alma de otros es deporte de riesgo y no estoy como para esos trotes. Va a la lista de los por si acaso.
ResponderEliminarAbrazos
Reconozco que hay que tener la cabeza alerta para afrontar esta lectura. ¿Tu lista de los por si acaso es muy larga? :)
EliminarUn abrazo
Me interesa mucho. Las rupturas son siempre dolorosas porque suponen un fracaso vital importante. Aunque sea una misma la que ha dejado a la otra persona, siempre duele. Y nada hay más cierto que, a veces, la compañía de otra persona es una soledad más terrible que la más terrible soledad.
ResponderEliminarMe ha gustado y además, me has causado curiosidad con eso de la "escritura fragmentada".
Un beso.
Hay rupturas dolorosas pero necesarias. No creo en el amor eterno (alguna vez creí...) así que a veces se me escapa cómo es que estamos tan poco preparados para saber cuándo irse o aceptar que se vayan. Cuestión de descoordinación, supongo.
EliminarUn abrazo
No sé si me atrevería. Tal vez porque mis rupturas he procurado llevarlas con pragmatismo, nunca he sido demasiado pasional en ese sentido. Pero también es cierto que en este libro se habla de los corazones rotos desde una perspectiva diferente, puede que novedosa, por lo que la lectura se queda en el tal vez.
ResponderEliminarBesos.
Morder no muerde, Sofía :D Qué inteligente: no ser pasional en las rupturas. Yo no sé dosificar mis pasiones ;)
EliminarUn abrazo
Vuelves a descubrirme libro y autora. Y aunque esta vez no sé qué hacer, lo que sí se es que siempre disfruto con tus reseñas. Y es que ahora mismo no es este tipo de lectura el que busco. Quizás más adelante.
ResponderEliminarBesotes!!!
Ya sabes lo que me van las lecturas raras y retadoras ;)
EliminarUn abrazo
A mí, a mi manera de entender la literatura, un libro en el que tú seas quien recompongas la historia que te está contando, como si hablaras con un extraño que habla de su vida cuando te cruzas con él en el paseo, en el parque, en el sillón del bar, que entrecorta su historia, pero que , la final, lo conoces tanto tanto, a través de sus historias y miradas y silencios,ya sabes que te está contando, aunque quiera ocultártelo.
ResponderEliminarcuídate
No me gusta tampoco que me lo den masticadito, creo que es mi vena rebelde, siento que me llevan tan de la mano que necesito soltarme un poco... En este caso te aseguro que no es así, hasta he llegado a desear que me cogiera alguna mano y me guiara un poco :D
EliminarUn abrazo
Quizás por eso me sobra Muriel en el posfacio? Contras, ahora me has dado en qué pensar.
ResponderEliminarMe gustó, posiblemente no tanto como a ti, y me dejó convencida de que, efectivamente, las mejores historias de amor, son en realidad de desamor
Besos
A mí me hubiera sobrado Muriel si hubiera aparecido en el prólogo, pero así, al final, me gustó "intercambiar" impresiones.
EliminarUn abrazo
Interesante tu propuesta Ana. A veces la vida duele y especialmente en las rupturas no deseadas cuando se sigue amando pero el otro no desea seguir, esa aceptación de lo sin retorno rompe un poco más a la persona que se lo cuestiona todo lo que fue, lo que hubo y si fue real y aquí tu propuesta nos habla de la otra persona, la que decide dar el paso porque quizás algo está faltando porque no hay soledad peor que aquella que se vive acompañada.
ResponderEliminarMe apunto esta propuesta, me apetece descubrirla.
Un beso
A veces duele, cierto. Dicen que a veces no ;) En este caso no se trata de una ruptura no deseada, sino más bien necesaria. Hay que saber cuándo es el momento de irse para que la vida deje de doler.
EliminarUn abrazo
Me atrae el tema, pero la forma me huele a literatura de vanguardia. Que lo mismo me entra bien que me repite, así que no sé. Como me sonaba mucho el nombre, después de leer tu reseña he estado buscando por Internet y la señora es todo un personaje. Le sigo la pista.
ResponderEliminarAbrazos.
Es una literatura rompedora, sin duda, diferente. Si te la encuentras espero que no se te repita, pero que repitas ;)
EliminarUn abrazo
Reflexionar siempre será una actividad que contará con mi entusiasmo. No siempre me parece necesaria la dificultad, el encriptamiento, la oscuridad. No me atraen de por sí cuando no son necesarios, parece que en este caso lo son, buscaré el libro y quizás me deje engatusar :))
ResponderEliminarUn abrazo!!
Pdt: no me atraen los amores tan letales, tan arrasadores, tan dolorosos...
Siendo también una actividad que practico asiduamente, lo cierto es que a veces me convendría descansar un poco de tanta reflexión. Yo siempre he querido ser superficial. Es un libro difícil, no lo niego, y encriptado. Será un reto ;)
EliminarUn abrazo
Ah! Es el desamor el que es así: arrasador y devastador. No el amor ;)
EliminarOtro abrazo
Ay, los fragmentos, las lecturas fragmentadas y los fragmentos propios... Y el todo que conforman esos fragmentos, que encajan pero no del todo, que se rozan, que cortan con sus aristas. Pero qué bello aunque a veces grotesco, que auténtico, qué real, qué sincero, qué honesto. Aunque a veces algún fragmento se nos atragante y nos sea indigesto. Será para no olvidarlo y recordarlo.
ResponderEliminarUn abrazo
A estas alturas, tengo una conciencia clara de que seré fragmentos en lo que me queda de vida. Y creo que asumirlo me hace más fuerte, le doy color a esos trozos de mí ;)
EliminarUn abrazo
Recordaré y reflexionaré, pero no tengo claro que este libro sea para mí. Lo dejo en el aire :-) Un besote!
ResponderEliminarSabia decisión, Ro. Te conoces bien y te has quedado con lo que importa: recordar y reflexionar. No, ahora mismo no es un libro para ti. Tal vez algún día, quién sabe...
EliminarUn abrazo
Veo que al fin te has decidido por el libro de Adler.
ResponderEliminarA mi me gustó mucho, sobre todo porque hay casos en que la ruptura de una relación y el abandono -físico- de la misma es el último paso; quizás el otro se haya ido antes y no hemos hecho el debido acuse de recibo.
Un libro para reflexionar, como bien señalas.
Un gran abrazo, Ana.
Hace tiempo que le tenía ganas, Marcelo. Me lo tuve que currar durante la lectura, eh. No siempre mi atención seguía el hilo propuesto por Adler, pero ahí estuve.
EliminarUn abrazo