miércoles, 24 de abril de 2019

La compasión difícil (Chantal Maillard)


¿Y aún seguiréis confundiendo el poema con la sensiblería? ¿A qué llamáis amor, a qué, belleza?
Es bastante arduo clasificar este libro, ensayo fragmentado, poesía viva, filosofía introspectiva. Es Maillard, quien la ha leído lo sabe. Qué difícil es hablar de sus libros. Qué complejidad intentar siquiera delinear las punzadas, pormenorizar su inmensidad, la vastedad del precipicio. Qué ajuste de cuentas hace Maillard consigo misma en este libro tan cabal y honrado. Cuánta sufrida generosidad para conseguir esta compasión tan difícil. “MEDEA: ¿Quién te culpa? LA MUJER (balbuciendo): Yo. Yo me culpo. MEDEA: ¿Quién ha de perdonarte? LA MUJER: Yo. MEDEA: Y ¿quién es “yo”?”
Y en la travesía de esa culpa que no es una causa sino una consecuencia, ese perdón que no es perdón sino compasión, ese saber quién es “yo”, está lograr esa compasión difícil. ¿Qué es la compasión difícil? No aquella que compadece a la víctima, sino la que compadece al verdugo. La compasión que acompaña y que transciende todo código y creencia. Porque si oímos hay que acudir a los abismos, ese lugar en el que víctima y verdugo coinciden.

Disminuir el ansia, el hambre, como acto de rebeldía, encontrar la belleza (¿a qué llamamos belleza?). No, no creáis, creer es delegar en otros aquello que nos importa, no hay que creer en nada para respetar al otro. No hay que creer. Hay que CONFIAR. ¿Cómo conseguir la compasión difícil? A través del conocimiento de una misma. Y a ese conocimiento solo se llega, doy fe, a través de la soledad más estricta y absoluta. Transcender el “yo”. Por eso es tan espinoso lograr esa compasión: porque renunciar a la historia personal, abdicar del “yo”, empaparse en la soledad más severa y profunda requiere de mucho dolor, de trocar de victima a verdugo, de dialogar con tu yo más abismal y recóndito, descender hasta la raíz de las emociones (abajo, abajo, más debajo de mí). Ha sido una lectura intensa, emocionante, conmovedora e impactante que me ha hecho mejor persona. He aprendido porque aprender es reconocer pero también recordar.  La literatura puede ser muchas cosas, pero también es un compromiso con la verdad. Ejerzamos el derecho de pensar, aunque sea leyendo.

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