“Todo acto es un símbolo cuyo peso me aplasta”
Releo la cita. Una y otra vez. Sostengo su peso. Me aplasta esta verdad, me derrota para reunirme, me convoca y me nombra allí donde nadie está, donde estoy. Me la tatuaré y sentiré que me quito un peso de encima mostrando en ella una de mis tramas principales, uno de los itinerarios de mi rizoma central.
Cómo escribir, cómo decir que una cucaracha (sí, una cucaracha) y Sarah Kane me devolvieron al centro del vacío y del dolor, que regresó lo roto y lo descosido, la cicatriz y la herida. Cómo escribir, cómo decir que eso me hizo más fuerte. Que en una plenitud de soledad deshabitada la cucaracha me miró y Kane encendió la luz, abrió las cortinas a las 4.48 y, a esa hora en la que alma se rompe y la claridad me visita, me validé a mí misma. Despojada de muros y defensas, sentí bramar todos los símbolos, el destierro creado a voluntad propia, la culpa sobrevenida. Cerré los ojos y entró la luz.
Cierro el telón. Abro el telón.
Las obras completas de Sarah Kane son obras teatrales, no hay que olvidarlo, están concebidas para ese escenario. Y sobre todo están concebidas para incomodar. Y lo logra, maldita sea, te remueve, te incomoda. Me preocupa que esa violencia feroz me distraiga del mensaje, el centro transmisor, lo que Kane grita. La agresividad siempre me paraliza, me anuda los nervios, detiene mi sangre, me roba el latido y el parpadeo. Sé que tengo que ir más allá, que toda esa crueldad desatada reivindica el amor, la necesidad del otro. Lo sé, Sarah, lo sé. Avanzo y me avanzas.
Último acto.
“4.48.Psicosis” (última obra de Kane): Esto, señoras y señores, personas todas, levántense del asiento y aplaudan, es lo más desgarrador y bestial que he leído sobre la depresión y el dolor desde Unica Zürn. Podría hablar de la irreverencia de Kane, de la violencia extrema que pone en escena, de su provocadora propuesta teatral, de su discurso fragmentado e incómodo, del desconcierto que provoca leerla. Podría hablar de eso pero no voy a hacerlo. Os voy a rogar: leedla, llegad a “4.48.Psicosis”, pura literatura lírica de la desesperación y el grito. Y, después, renaced.
“por favor abre la cortina”
Me he levantado y aplaudido, y lo he hecho muy a gusto 👏👏👏👏👏
ResponderEliminarAna, Chapeau!
Besitos 💋💋💋