“Pero hay gente con la que puedes contar para cualquier cosa y luego está la gente con la que sólo puedes contar para algunas cosas, y tienes que saber distinguir quién es quién”
Y distinguir con tino a unos y a otros no es fácil. Como elegir un libro a ciegas ¿será una lectura satisfactoria, plena o ni fu ni fa? Toda mi vida he elegido a la gente con la que contar y los libros que comprar en base a dos cosas: intuición y experiencia. He de decir que la intuición me ha dado cal y arena: lecturas esplendidas, amistades grandiosas, bodrios de libros, gente que me la ha metido doblada. Pero la experiencia… qué aliada más magnífica para convivir con la intuición. Si se aprende de ella, claro.
Así que intuición y experiencia (lectora) me han llevado a este libro, sin saber de qué iba, dejándome llevar por una combinación de factores (algún comentario leído, la editorial, ciencia ficción, la referencia a la habilidad del autor para “indagar en los enigmas de la condición humana y abordar los conflictos que la relación con la tecnología plantea en nuestra existencia”)
Bingo.
Llevar la ciencia ficción a lo plausible, a algo en lo que el lector pueda encontrarse, no es tarea fácil, por mucho que Chiang lo haga sin (aparentemente) despeinarse. Tira de variedad de contextos e historias y nos lleva siempre a una advertencia y, a la vez, a una esperanza. Como quien dice “mira qué desastre” y te lo desmenuza con paciencia, señalando dónde, cuándo, cómo y porqué, pero luego te señala el lugar exacto por el que entra la luz, la herramienta para revertir el desastre. Y todo ello con una narrativa que no puedo definir de otra manera que pedagógica.
Todos los relatos enganchan porque Chiang es un hábil contador de historias e incluso aquellas que están más próximas al ensayo que al relato funcionan con precisión. Todas nos interrogan sobre cómo la tecnología nos cambia y nos inquieren sobre los recuerdos, la narrativa que nos hacemos de nuestras propias vidas, la verdad, la memoria, el perdón, la educación.
Con una asombrosa sutileza y muchos conocimientos sobre la cognición humana, Chiang ha sido un descubrimiento y leerle una experiencia fantástica.
Pues a pesar de que me encanta el cine de ciencia ficción, al final nunca leo nada de este género. Leía hace muchos años Asimov como una poseída, y algunos títulos como "La noche de los tiempos", "Dune" o "1984" eran de mis libros favoritos.
ResponderEliminarMe has animado con tu maravillosa reseña, así que a ver si me hago con él y retomo aquel olvidado placer.
¡Gracias Ana!
Pues no ha sido mi libro. No sé qué me pasa con los libros de relatos. Venía de leer "Bajo del árbol de los Toraya" de Philippe Claudel que me dejó temblando e igual este no era el que tenía que venir a continuación. Con toda humildad, si no lo leíste, te lo recomiendo. Y de paso la canción que suena en el entierro....
ResponderEliminar¡Un abrazo!