Traductor: Juan Sebastián Cárdenas
Páginas: 96
Publicación: 1933 (2014)
Editorial: Periférica
Sinopsis: Uno de los textos más hermosos y enigmáticos de Thomas Wolfe, dijo Faulkner de esta narración. La muerte en Nueva York de cuatro personajes anónimos le sirve para abordar uno de sus grandes temas: la desolación de las grandes ciudades contemporáneas. La primera de esas muertes se produce en el simbólico mes de abril, durante el primer año de la vida del autor en Nueva York. A partir de ahí, la prosa volcánica de Wolfe nos arrastra desde el asfalto y los rascacielos hasta las catacumbas del metro en un viaje casi alucinado por el reinado de la muerte entre los hombres, a los que no sólo castiga, sino que también abraza.
No soy ni amable, ni cruel, ni amorosa, ni vengativa. Todos ustedes me resultan indiferentes, pues sé bien que otros nacerán cuando ustedes estén muertos, millones se levantarán cuando ustedes caigan. Y sé también que la Ciudad, la ciudad eterna, se erigirá para siempre como una ola gigantesca sobre la faz de la tierra.
Hay una literatura abrumadora en su belleza y, sin duda, la obra de Thomas Wolfe pertenece a este tipo de literatura. Leerle es sentir el vértigo de la magnificencia, de la literatura con mayúsculas y letras doradas. Por momentos, pierdo la noción de lo que me está hablando y solo me dejo deslizar por las palabras y lo que con ellas se puede crear y recrear.
Luz, sombras, oscuridad, la ciudad de Nueva York, los espacios, los pequeños seres que transitan por las calles, la muerte… centran las descripciones y reflexiones de Wolfe en Hermana muerte. Wolfe es excesivo en su prosa, y que no parezca esto una crítica porque en realidad es un halago, hay que ser muy grande para envolver tanta desmesura con eficacia y acierto.
Tú, pequeño ser, que vives, sudas, sufres y mueres como una partícula infinitesimal en mi imperecedero oleaje, en mis energías oceánicas.
Nueva York, una ciudad tan viva, sirve de escenario de cuatro fallecimientos en torno a las cuales reflexiona Wolfe sobre la muerte, la soledad, las personas, la ciudad, la noche y lo absurda que es la vida. No tan impactante como El niño perdido, una lectura más de piel y emociones, mientras que Hermana muerte es más de sensaciones propioceptivas, esas que te ubican donde estás, te indican tu posición y movimiento. Nos sitúan en el espacio. Nuestro espacio es la vida y no eres nada, un pequeño ser devorado por la multitud, la ciudad, la ambición…
De las cuatro muertes, tres son violentas. Una de ellas es silenciosa, un hombre sentado suspira y fallece. Fin. Uno de tantos. Y esa muerte taciturna y discreta, sin estridencias, resulta ser la más inquietante de todas. Es la que nos hace ser más consciente de nuestra precariedad. Si no aceptamos la muerte como parte de la vida, no sabremos vivir ni la una ni la otra.
Y me pareció que toda la vida multitudinaria de esta tierra era como una gran feria.
La muerte nos hace pequeños a todos, pero más aún la indiferencia de aquello que construimos con exceso: ciudades pomposas que nos verán nacer y morir con la misma indiferencia que un psicópata dice te quiero con una sonrisa tan hipnótica como apática a quien será su siguiente víctima. La ciudad te engulle, al mismo tiempo que fascina y sobrecoge. Nos escondemos en la multitud y nos zampa. Ñaca.
Al fin y al cabo, los seres humanos somos los únicos que tenemos empatía. Y ni siquiera todos. ¿Qué esperar entonces de la vida, de la muerte, de las ciudades, de la naturaleza, de las masas y multitudes? No empatía, desde luego. Hay que seguir buscando.
Mientras, he disfrutado de las prolijas y apabullantes descripciones de Wolfe, de su descontrolada creatividad, de su desbordante forma de transformar sus inquietudes en literatura. Que eso sí, hay que digerir en pequeñas dosis.
Creo que este libro lo voy a dejar pasar. No termina de llamarme la atención.
ResponderEliminarGracias por la reseña.
Besos.
Hay que leer solo lo que nos "llama", será por libro ;)
EliminarUn abrazo
Nos has traído una novela magnifica, una obra de arte; la primera vez que la leí me quedé tan impresionada que no podía dejar de pensar en ella, hoy todavía la observo atentamente cuando la veo en la estantería.
ResponderEliminarUna reseña de calidad, si señor.
Un beso.
Wolfe era un autor magnífico, excesivo quizás, pero con una increíble cualidad sensorial para describir lo que le rodeaba y observaba.
EliminarGracias Pelipequirroja, un abrazo
Hola Ana.
ResponderEliminarEs cierto que la vida siempre discurre indiferente ante nuestras tragedias.
La muerte de un abuelo en el parque no impedirá, pasado el estupor inicial, que minutos después los niños sigan jugando con el mismo entusiasmo que desbordaban antes del suceso, la realidad de cada uno hace de "tábula rasa" sobre la realidades que nos son ajenas... Plaza libre, que pase el siguiente a disfrutar de esa gran feria que es la vida.
Aparte de esta propuesta lectora, me quedo con una de tus frases, para enmarcar:
"La muerte nos hace pequeños a todos, pero más aún la indiferencia de aquello que construimos con exceso"
Un placer leerte.
Abrazos
Lo digo muchas veces: la vida no se para ante nada. Ante absolutamente nada. Yo no sé porqué todavía me sorprende que sea así, quizás porque he deseado (tantas veces) un respiro, que todo se parara. Pero no, va a ser que no.
EliminarUn placer tenerte por aquí, Paco.
Un abrazo
Pues me pillas en un momento en que me atraen a mí estos oscuros temas... Ayer mismo caminaba por la ciudad y me daba cierta sensación melancólica y gris o de estar atrapada en ella. Y eso que no era Nueva York.
ResponderEliminarUn beso.
Lo cierto es que las ciudades, las que sean, me provocan también muchas sensaciones. Generalmente las siento como jaulas, otras como espacios contenedores de infinitas historias. Me atraen, pero también sé que no quiero pertenecer a espacios adoquinados...
EliminarUn abrazo
A mí es que este tipo de libros es como "que te quitan las ganas de vivir", a ver, que me lo imagino todo tan oscuro, triste y como perdido de antemano que me da cierta congoja. Lo que sí me gusta es que me provoque sentimientos y acabo de salir de uno que lo ha hecho aunque más light que el tuyo.
ResponderEliminarAbrazos
Jajajjaja, no, ya sé que no es el tipo de libro al que tú vayas a ir corriendo, con tacón o sin él. Lo que sí es cierto es que Wolfe es muy sensorial en sus descripciones. Voy a ver ese light que cuentas ;)
EliminarUn abrazo
No he leído esta novela de Wolfe y me atrae mucho por lo que cuentas de ella, por estar ambientada en Nueva York y, sobre todo, por las citas del autor que me parecen fabulosas. Veré de hacerme con él, aunque no es una autor muy fácil de encontrar.
ResponderEliminarUn beso.
Las descripciones de Wolfe son juegos literarios, casi fuegos artificiales, obsesionado con las ciudades, su arquitectura, lo que acontecía "dentro" de ellas, describía muy bien calles, edificios, la interrelación entre las personas y las ciudades. Wolfe, que yo sepa, está editado ahora en Periférica, es fácil encontrarlo. Hay también un libro suyo, muuuuuuy gordo, en Valdemar.
EliminarUn abrazo
Me gusta la maravilla que describes sobre la prosa de Wolf, pero no me atrae el tema de la muerte y la soledad. Tendré que buscar otra novela del autor para conocerle mejor. Abrazos.
ResponderEliminarEs un gran autor, que Periférica ha recuperado ahora editando, si no recuerdo mal, tres libros suyos. Te recomiendo "El niño perdido", aunque... bueno... no sé yo si te atraerá (por el tema).
EliminarUn abrazo
Una propuesta desasosegante pero de calidad por lo que explicas en tu reseña. Aunque a mi me encantan las ciudades, reconozco que el ser humano ha creado espacios inhóspitos para la escala humana. A partir de ahí los creadores, los escritores tienen todo un mundo para recrear y parece que Wolfe lo logra con creces.
ResponderEliminarUn abrazo!!
La calidad con WOlfe siempre está asegurada. Wolfe era un agudo observador de esos espacios inhóspitos que son las ciudades. Pruébalo ;)
EliminarUn abrazo
No he llegado aún a este, y es que, como bien dices, es un autor para tomar con calma y en momentos de especial lucidez para disfrutar con plenitud de todo lo que cuenta. Mi último acercamiento fue no hace mucho con otro título de la misma editorial y este lo apunto para las vacaciones
ResponderEliminarBesos
Cierto, hay que dosificarlo, de momento voy por los de Periférica, que son más breves y los voy digiriendo y saboreando mejor. Algún día iré por "El ángel que nos mira", editado en Valdemar, que son más de 700 páginas. Imagínate...
EliminarUn abrazo
Y, a veces, en esas ciudades tan grandes que nos montamos, hasta la empatía se pierde. Tantos habitantes y todos tan desconectados unos de otros.
ResponderEliminarLa muerte es parte de la vida aunque nos cueste aceptarlo. Me he quedado pensando en esa muerte no violenta que, de las cuatro que relata el libro, es la más inquietante. Será porque nos recuerda que no somos inmunes y que la muerte aparece en cualquier momento y en cualquier lugar.
Thomas Wolfe es un autor que tengo aún pendiente. Tomo nota de tu recomendación de leerlo en pequeñas dosis, como los buenos perfumes.
Un abrazo
Sí, en las ciudades, en la sociedad, en la multitud... la empatía se difumina. Es algo inquietante, la verdad, a veces siento necesidad de protegerme de eso y lo único que se me ocurre es huir. Al campo, al monto, al mar, a la naturaleza. Incluso a la soledad.
EliminarLas muertes por accidente son como aceptadas de forma natural. Forman parte de la vorágine de una gran ciudad. Pero esa muerte así, en un suspiro, te hace tomar conciencia de que se puede morir en cualquier momento, que puede tocarte a ti. No somos inmunes, no. La muerte es una enfermedad mortal ;)
Un abrazo
Hola Ana
ResponderEliminarLo cierto es que estoy un poco avergonzado con respecto a Thomas WOlfe, he tenido muchas oportunidades de leerlo y comprarlo, pero no le tenía en consideración, no sé la razón, ni me preocupé en mirar cómo escribía ni de qué iba. ALgo tan nímio como una película, que se titula "El editor de libros" hizo llevar mi foco de atención a él, después lo que he leído de él me ha parecido sumamente atractivo. Lo que escribes lo multiplica..
cuídate
gracias
Tampoco hay porqué avergonzarse, Wineruda, hay tantos autores, tantos libros. Nunca sabemos, cuando descartamos de forma intuitiva, si estamos acertando o no.
EliminarUn abrazo (y gracias a ti)
Apuntado, al igual que compré en su día el del niño pedido :-) Un besote!
ResponderEliminarMe ha gustado -mucho- `El niño perdido´ y me quedé con ganas de más. Me avisan que este título ya ha llegado, así que en breve me haré de un ejemplar.
ResponderEliminarLa prosa de Wolfe es tal como la defines: excesiva, desmesurada. Agrego: abundosa.
Gracias por descubrirnos este libro, tan desasosegante como interesante.
Un gran abrazo, Ana.
Hola ana! :)
ResponderEliminarEste es un libro que tengo pendiente hace muchisimo tiempo, es de esos libros que creo que debo leer por "cultura general" quiza?
Soy nueva en tu blog y te sigo <3
Besos
después de ver la película de este escritor y su editor tengo ganas de leerlo. Lo apunto.
ResponderEliminarDe T. Wolfe???.....no me lo pienso perder. Todavía resuena en mi interior el párrafo inicial de "El niño perdido"...vibrante!!!
ResponderEliminarY con esta reseña ...