El verano en La Mancha es agotador. Inhabilita. Nos deja las madrugadas y las primeras horas de la mañana para realizar cualquier actividad que implique gasto de energía (deporte, compras, gestiones en la calle, limpieza de la casa...). A partir de ahí: el letargo, el sofá, el ventilador, el aire acondicionado, las persianas bajadas. Modo ameba activado. Cuesta activarse cuando te pasas el día más cerca de los 40º que de los 30º y las noches más cerca de los 30º que de los 20º. Muy ingrato, el verano manchego.
Todo esto viene porque a mí este calor excesivo, contundente, me afecta de muchas maneras (ninguna buena) y una de ellas tiene que ver con mis lecturas. Mi capacidad lectora (también) se ralentiza y la enjundia de los libros que escojo para leer también se suaviza. Busco con más frecuencia libros cortos y más ligeros. Por eso escogí "Siete plantas": es corto (de hecho es un cuento, o un relato, como quieran llamarlo) y se lee prácticamente de una sentada. Pero, ojo, ligero no es lo mismo que superficial. La sintaxis de "Siete plantas" es sencilla, sin necesidad de peroratas, cháchara ni palabrería ni atavíos grandilocuentes. El estilo de Buzzati es elegante, de apariencia ligera pero de ánimo contundente, en plan colleja inesperada.
Giussepe Corte llega un día, de buena mañana, a un sanatorio de siete plantas especializado en la enfermedad que padece. La manifestación de la enfermedad en Giussepe es leve, por lo que ingresa en la última planta, la séptima. A mayor gravedad de la enfermedad, vas descendiendo en las plantas del sanatorio, siendo la primera planta en donde están ingresados los enfermos terminales.
"Giuseppe Corte se propuso por ello no transigir acerca de los derechos y no ceder a la molicie de la costumbre"
Di que sí, Giuseppe, con los derechos no se transige, dónde vamos a parar. Como decía Eduardo Galeano: "Los derechos humanos no se mendigan, se exigen". Mal vamos ya que haya que exigirlos. No tendría que ser necesario. Pero, ay, Giuseppe, el sistema, ¡EL SISTEMA!, nos devora... Y si queremos evitarlo, hay que hacer caso a Don Eduardo Galeano: exigir, EXIGIR, nuestros derechos (el derecho a la vida, al acceso a la información, a la salud, a la libertad, a la seguridad personal...). Mendigarlos no basta. Porque si los mendigas te puedes encontrar de repente en la planta baja de un sanatorio, cuando empezaste en la séptima.
El sistema sanitario ha tendido, y tiende, a burocratizarse tanto que asumimos con pasividad que la deshumanización es un coste necesario para que el sistema sanitario funcione con eficacia. Error, claro, y no baladí. Buzzati construye con maestría una alegoría sobre la naturaleza humana manteniendo el equilibrio entre el realismo y la fábula. Que Buzzati era muy kafkiano, eh, así que lo de plantearse el sinsentido de la realidad era para él como el respirar.
Y así es cómo una lectura que pretendía ser "ligera", terminó siendo un darle vueltas a si la esperanza a veces nos perjudica. Porque claro, la esperanza va de la mano con la espera. Y, a veces, la mejor esperanza no es esperar, sino actuar.
Una lectura esencial en cualquier época del año. Absténganse hipocondríacos y pusilánimes. Ah, las ilustraciones de Juan Berrio nada invasivas, acompañan el texto sin estridencias y creando el clima necesario para esta angustiante historia.
Me alegra mucho que vuelvas a escribir
ResponderEliminar🙂
ResponderEliminarQué historia tan inquietante. Me ha gustado mucho. Se lee en nada y merece la pena. ¡Gracias!
ResponderEliminarSí que es inquietante. Me pareció un relato extraordinario pese a ser de fácil lectura. Gracias a ti, no conozco a nadie que me haga tanto caso con mis lecturas (al menos que me lo diga) 😊
EliminarJajajaja. No te puedes imaginar lo que te eché de menos. Era una lectora perdida, con muuuuchas crisis eternas. Y un día del año 2017 llegué aquí buscando no se qué y leí la reseña del "La nieta del Señor Linh" que estaba entre "tus prefes" y chica, mi cabeza hizo un clic. En resumidas cuentas: tú me has mostrado qué era lo que necesitaba sin yo saberlo. Aunque suene cursi, en aquel momento fuiste mi faro. Ahora eché a andar sola y sé qué busco. Pero si tú reseñas un libro es difícil que no me guste, además de que las bordas. Por eso siempre cotillearé entre tus cosas mientras tú decidas estar por aquí. Gracias a ti.
ResponderEliminarEn verdad creo que hubieras encontrado tu camino lector, conmigo o sin mí. Eso sí, me alegra conocer siempre a alguien con quien coincidir en gustos lectores, con sus discrepancias, porque siempre las hay, pero con quien se puede dialogar. Y si comentas por aquí alguna lectura que desconozca tomaré buena nota 😉
EliminarPues mira, con toda humildad, sí que te voy a recomendar un libro que acabo de terminar y me ha gustado mucho. Sé que conoces a la autora porque reseñaste "Querido Miguel", que lo tengo a la cola, e igual ya lo leíste. El libro es "Todos nuestros ayeres" y a pesar de que es larguito, me lo tragué en cuatro días. Me pareció una maravilla.
ResponderEliminarAhora mismo acabo de cerrar "It's so Easy" de Duff McKagan (bajista de Guns n' roses: sí, me encantan los Guns n' Roses y acabo de verlos en Vigo) en cuatro tardes sentada en una habitación de hospital. Y mira, no es para nada mi tipo de lectura pero buscaba algo "ligero" para matar el tiempo y a la vez mi angustia. Al final de ligero nada, pero lo he devorado. He sacado muchas lecciones de la historia que cuenta el autor, que es su biografía. Y en mi opinión, no está para nada mal escrito. Ahí lo dejo.
Hoy empiezo "Manual para mujeres de la limpieza" mientras sigo sentada en una habitación de hospital. Ya te contaré qué tal.
Pues no te lo vas a creer, pero justo estoy leyendo "Las pequeñas virtudes", de Ginzburg. El que comentas lo tengo sin leer, pero ahí está, con otros de Natalia, a la espera. Es absolutamente maravillosa, me parece una autora tremenda, imprecindible.
EliminarEl que comentas de McKagan he visto algún comentario (supongo que en Facebook), quiero echarle un vistazo. No soy fan de Guns N' Roses, aunque alguna canción me gusta. Supongo que el libro de Duff muy ligero no puede ser, porque telita la vida que ha tenido (nada liviana).
Siento tu estancia en el hospital (de acompañante, entiendo) y espero que Lucia Berlin te haga más llevadera la situación. Pese a la acidez, tiene un humor muy sutil, toda su escritura me lo pareció. Ya me contarás.