martes, 11 de marzo de 2025

Cómo ordenar una biblioteca (Roberto Calasso)

 


Todo lector verdadero sigue un hilo, aunque también pueden ser cien hilos a la vez. Cada vez que abre un libro retoma en sus manos ese hilo y lo complica, embrolla, desata, anuda, prolonga


En la época que estaba más activa en redes sociales comentando mis lecturas mi biblioteca creció de manera desorbitada. Sé perfectamente qué libros quiero leer, qué escritores, qué contenido, lo que es LITERATURA para mí, qué hilos seguir entre el maremágnum de libros existentes. Y soy muy consciente del TIEMPO y el ESPACIO. El tiempo es limitado: como todo ser humano no soy inmortal. Y el espacio, qué os voy a decir, más limitado todavía, no nos queda otra que hacer un Tetris con los libros y sus tamaños (a mí el ancho de los libros no me preocupa, pero el alto tan desigual me saca de quicio). 


A lo que iba: que en esa actividad de compartir lecturas, me enredé ligeramente. No sólo era la inmensa, asfixiante y casi acosadora propuesta editorial con sus constantes novedades, todas ellas siendo “el libro del año”, “el nuevo Kafka”, “la nueva Virginia Woolf”… Era también la tentación de lectores de referencia. Era casi inevitable caer en tantas propuestas, avaladas por editoriales de prestigio a las que respeto, por lectores voraces a los que valoro. Total, que cabalgaba entre la bibliomanía y el tsundoku. Eso sí, siempre con la intención de leerlo todo. 


Dentro de mi necesario y saludable proceso personal y vital una de las cosas que he recuperado ha sido la sensatez, de la manita de la lucidez. Y eso ha afectado a cómo miro mi biblioteca, por eso ahora estoy en proceso de deshacerme de libros que SÉ que no voy a leer, aunque sean libros majetes e incluso de cierta calidad. Algunos han desfilado (tranquilidad, los dejo en buenas manos) sin consideración. A otros les intento echar un vistazo por si me convencen, pero a la mínima que no me mueva la fibra necesaria se va a la línea de salida. Esto lleva tiempo, claro, porque darles una oportunidad implica al menos dos cosas: un tiempo que les dedico y una renuncia a leer lo que sé que es un SÍ gigantesco y rotundo (en realidad no es una renuncia, es postergar su lectura). Decía Calasso que “Hay sin duda literatura buena, pero muy poca realmente grandeYa solo quiero la “literatura grande” en mis estanterías (criterio personal y subjetivo, obvio, me refiero a lo que PARA MI es “literatura grande”)


En fin, que como estoy con estas, pues pensé que Calasso me ayudaría a saber cómo ordenar mi biblioteca. Y claro que lo ha hecho, aunque muchas veces sea para reafirmarme en mis convicciones y criterios: el orden de una biblioteca es algo absolutamente íntimo y, ademas, cambiante


Para quien no lo conozca, Calasso fue un escritor y editor italiano, un pensador de notabilísima erudición y criterio propio y personal. Una institución literaria. La erudición de Calasso exuda cada página de este pequeño libro, así como su amor por la literatura y los libros. No todo el libro está dedicado al orden de una biblioteca (y de una librería), sino que sirve de excusa para compartir anécdotas e historias que hacen que “Cómo ordenar una biblioteca” cabalgue entre el ensayo y las memorias personales.


Está claro que ordenar nuestra biblioteca personal es como ordenar nuestra vida: el pasado (lo ya leído que has decidido conservar como se hace con los buenos amigos), el presente (decidir qué quieres leer en este preciso momento, apartar lo que no aporta, añadir lo que crees que te suma), el futuro (un libro que es objetivo prioritario pero resistiéndote a llegar a él -de momento- y lo postergas como si fuera un postre). Es cierto que a veces todo se alborota y que las lecturas inmediatas dejan de ser urgentes para pasar a “otro día” o lo dejado atrás pide ser revisitado YA como un refugio conocido y cálido. O el que iba a esperar reclama atención y parece removerse en la estantería para que lo (a)cojas. Los libros tienen vida propia, todos lo sabemos, así que es normal que nuestras bibliotecas personales estén en constante movimiento.


Por si alguien tiene dudas: he disfrutado de este libro que, por supuesto, se queda en mis estanterías en el rincón dedicado a los libros de Calasso.


Es esencial comprar libros que no vayan a ser leídos enseguida. Al cabo de uno o dos años, o al cabo de cinco, diez, veinte, treinta, cuarenta años, llegará el momento en que se sentirá la necesidad de leer precisamente ese libro […] Mientras tanto, puede suceder que este libro se haya vuelto irrepetible, y difícil de encontrar […] Lo importante es que ahora se pueda leer enseguida. Sin más búsquedas


Gracias, Calasso, por comprenderme.


©AnaBlasfuemia

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