jueves, 19 de octubre de 2023

El show de Gary (Nell Leyshon)


"Allí vamos, pasen y vean. Por aquí, eso es. Toma asiento. Coge el libro. ¿Todo bien? ¿Estás cómodo? Estupendo. Pues que empiece el show de Gary"

Nell Leyshon con "Del color de la leche" consiguió crear un personaje, Mary, de esos que permanecen en la memoria del lector durante mucho tiempo. "El show de Gary" es también un libro que gira en torno a las memorias de un personaje. Digamos que Gary es el reverso de Mary. Toda la alegría, vitalidad, fuerza y honestidad que tenía Mary le falta a Gary. Si adoramos en su momento a Mary, despreciaremos a Gary. Miento, tampoco produce desprecio. Indiferencia más bien. El problema es que no es indiferencia lo que Gary (ni Nell Leyshon) querría provocar.

La narrativa ágil a base de frases, capítulos cortos y diálogos fluidos que enganchan a la lectura sigue siendo una herramienta que Leyshon maneja a las mil maravillas, eso es innegable. Pero además de esa narrativa seductora (por lo fluida que hace la lectura) es poco lo que puedo valorar positivamente de este libro. Todo lo demás me ha sobrado, que es lo mismo que decir que me ha sobrado esta lectura.

Tal vez Leyshon ha querido hacer algo tan diferente a "Del color de la leche" y al personaje de Mary que forzó una historia totalmente contraria, pero también totalmente fallida. Es extraño, porque es como si Leyshon hubiera renunciado a todas las virtudes y habilidades que hicieron de "Del color de la leche" un libro impactante y muy atractivo y hubiera decidido escribir un libro más cómodo, menos trabajado, cogiendo tópicos de aquí y allá y poniendo su pericia narrativa como colchón para que el libro funcione. No basta, no me ha bastado.

El problema para mí es que todo lo que cuenta Leyshon ya está narrado (y se seguirá haciendo) muchas veces y mejor. Familia disfuncional, padre ladrón y maltratador que pasa más tiempo en la cárcel que fuera. Madre maltratada y alcohólica. Una infancia de maltratos físicos y emocionales, una infancia de abandonos. Víctimas que se convierten en verdugos. Vale que ya está todo contado pero la gracia está en que se haga dando una vuelta de tuerca, aportando un nuevo matiz que te resulte sorprendente, una combinación de elementos novedosa, una narrativa que te deje pasmada, un lenguaje torrencial que apabulle y te fascine... No sé, hay muchas formas de que sigamos dando la vuelta a la tortilla a los mismos temas y que alguna de esas formas sea lo suficientemente novedosa, creativa u original como para que no suene repetido o facilón.

He sentido que en "El show de Gary" las costuras eran muy evidentes, nada sutiles y con poca capacidad de sorprender. Una fluidez en la narración que te arrastra como único sustento es poco bagaje para obviar el exceso de clichés. Si "El show de Gary" pretendía ser las memorias de una persona que provoca repulsión pese a su terrible infancia, pero que avanza hacia su propia redención de forma que el lector haga ese recorrido emocional desde el desprecio al reconocimiento porque el protagonista consigue salvarse a sí mismo... pues no ha funcionado. Al menos no lo ha hecho conmigo y así lo he leído y contado.

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