"Huye de la familia [...] Tan solo pertenecemos a los grupos que elegimos"
La familia es una hidra indestructible, entre lo humano y lo eterno, el mito y la realidad. La hidra de agua dulce, invertebrada, con múltiples extremidades que se autoregeneran y que se repliega si se siente atacada. Con sus células urticarias que utilizan tanto para defenderse como para atacar y que producen ardor y picor. Eso son las familias: hidras.
"La familia grande" es autoficción, una autobiografía novelada. O, como lo define Sergue Doubrovsky, "ficción de acontecimientos reales". Nos advierten que "la autora ha cambiado algunos nombres". No se nos dice nada de los hechos, el libro se nos presenta como un testimonio, como una historia del poder de la escritura para liberarse y restablecer lo justo ahí donde la justicia se ausenta.
Comencé a leer la historia de Camille Kouchner como una página en blanco que se va rellenando según lees. Mi memoria tiene una extraña característica: se niega a quedarse con datos, nombres, fechas. Digamos que es una memoria sensorial, episódica, pero nada semántica. Así que no relacioné el apellido Kouchner con nada.
Cuando terminé el libro entonces busqué la información. No antes. Aunque hubiera querido hacerlo Camille Kouchner y su inteligencia narrativa (su inteligencia en general) me lo impidió, porque leí el libro abducida, casi del tirón, recibiendo cada pellizco que me propinaba como un acto de conciliación, de acuerdo y comprensión milimétrica. Iba a decir que me sumergí en la lectura (modo apnea) pero en verdad donde me sumergí fue en la mente de Camille, en sus procesos mentales y emocionales, en su mirada, en su vivencia.
"Todo dicho, nada explicado"
El ritmo narrativo es (iba a decir frenético) brillante, de gran pureza. Camille es (muy) inteligente y directa, no necesita dar rodeos a aquello que en su cabeza ya ha dado muchos (rodeos). Es sobria en su crudeza, sin excesos a la hora de reflejar su compleja y atormentada familia pero también a una sociedad corrupta.
Una familia que, como tantas otras, vertebraba los veranos en torno a las reuniones, las comidas, las fiestas, las discusiones. Quién no tiene recuerdos de esas alegres reuniones familiares con el sol, el calor, los niños y los adultos, los juegos, las cartas, los baños, las risas, los bailes, los interminables debates con un vaso en una mano y el cigarro en la otra...
No nos equivoquemos, los primeros influencer, desde tiempos inmemoriales, han sido las familias, generando valores y creencias, condicionando decisiones e influyendo en los miembros más jóvenes que no cuestionan la credibilidad de los adultos.
Imagen. Los influencer son una imagen, esa foto estática que nos oculta lo que hay detrás. Como las familias cuando escarbas en esa foto, en aquello que (digamos) transcurre de puertas para adentro. O en todos los silencios, esos que claman al cielo. O en ese mirar hacia otro lado porque si no lo miras y no hablas de ello, no existe. En ese tirar hacia adelante con todas las orejeras bien desplegadas, ese no salirse del camino único, no mirar más allá de un insondable punto fijo al que nunca se termina de llegar, como no se llega nunca a esos destinos indeterminados, sin forma definida, pese a haberlo establecido como un modelo ideal. La mal entendida libertad.
Las familias son hijas directas de la sociedad en la que viven. En la historia que nos cuenta Camille, la sociedad intelectual no queda impune:
"A partir de 1990, la izquierda revolucionaria cede ante la izquierda caviar"
Hay un trauma familiar. El traumón. Porque luego hay otros traumas también de los que no se habla, esa invisibilidad del dolor en las familias. Los secretos. Suicidios, violencia sexual. Kouchner acierta plenamente al poner el foco en escuchar a las victimas más que en castigar a los agresores. Porque el silencio es la mayor de las injusticias, así condenen a pena de muerte al agresor, porque ese silencio castiga de nuevo a la persona agredida. Quizás esta parte es la que algunas personas pueden no entender, pero para mí está nítido.
"La familia grande" es mucho más que el trauma (que fue un grito a voces). Es la relación intrafamiliar, la relación madre-hija, la sociedad intelectual e izquierdista hija del mayo del 68, la enfermedad mental, los silencios, el abordaje de temas tabú como el incesto y el suicidio, el recorrido mental, emocional y personal de la inteligente Camille. Es (también) un libro sobre la culpa, que es la auténtica hidra mítica, el monstruo del inframundo con múltiples cabezas.
Muchas lecturas tiene este libro. Es más complejo, muchísimo más, de lo que parece en una primera lectura. Por eso me ha parecido tan brillante y lúcido.
"Perseguía su mirada. La quería tantísimo"
No hay comentarios:
Publicar un comentario
En este blog NO se hacen críticas literarias ni mucho menos reseñas. Cuento y me cuento a partir de lo que leo. Soy una lectora subjetiva. Mi opinión no convierte un libro en buen o mal libro, únicamente en un libro que me ha gustado o no. Gracias por comentar o, simplemente, leer